1. De orgasmo en orgasmo


    Fecha: 30/09/2025, Categorías: Incesto Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    ... que sacaba de su bolso una navaja de afeitar y la abría. ¡Tremenda hoja tenía!
    
    -¿Oíste hablar de Sweeney Tood?
    
    ¡La ostia! Diana iba a hacer del barbero diabólico. La cosa no pintaba bien, y menos cuando sacó de la bolsa un spray de espuma.
    
    -Me gustan los hombres sin pelo. Los Barby Maricona.
    
    Echó espuma sobre mi pecho y extendiéndola con la mano, me dijo:
    
    -Me acuerdo que en un relato dijiste que no te gustan los coños peludos. Que no te gustan los coños de Barby. Y mi coño es de Barby. -Echó espuma sobre mi vello púbico y lo extendió- ¿No es verdad?
    
    Negué con la cabeza. Me agarró la polla, y con la navaja rozando mis pelotas, me dijo:
    
    -¡No me mientas que te la corto! Aunque pensándolo bien, debía cortarla. Si no es solo para mi no debe ser para nadie.
    
    Me estaba acojonando. Quise decirle que dejara aquel juego, pero no pude, y aunque pudiera hablar y se lo dijera, no me iba a hacer caso.
    
    La navaja comenzó a afeitar los pelos de mi pecho. Hacía un ruido muy peculiar: “Criiiish, criiish, criiiish…” Diana, afeitaba un poquito y limpiaba la hoja de la navaja con mi bata. Sus ojos brillaban, o me lo parecía a mi. Acojonado, estaba viendo en Diana la reencarnación de Sweeney Tood. Al llegar al vello púbico, me dijo:
    
    -¿Sabrá bien un pastel hecho con tu polla y con tus pelotas?
    
    Hice ruidos con la garganta y quise liberarme. Maldita fuera la hora en que comprara aquellos juguetes sexuales! Me quitó la mordaza, y me preguntó:
    
    -¿Por qué no me ...
    ... pediste que no me casara?
    
    -Cobardía, supongo.
    
    Me agarró la polla y puso la navaja junto al frenillo. Tenía una cara seria cómo nunca le había visto, y dijo:
    
    -¡Tú nuca me has querido!
    
    Comenzó a afeitar mi vello púbico. El culo me andaba para dentro y para fuera. Le dije:
    
    -Te quería, te quiero y siempre querré.
    
    -¡Mientes!
    
    Acabó de afeitar el vello púbico.
    
    -Ahora parece que es más grande.
    
    Metió mi polla en la boca, apretó el glande con la lengua, y sintiendo el contacto de la navaja en mis pelotas, en nada, me corrí en su boca. Fue una corrida bestial. Me temblaron las piernas. A Diana le salía por la comisura de los labios la leche que no lograra tragar.
    
    Al acabar, cerró la navaja, me sonrió, y me preguntó:
    
    -¿Te gustó?
    
    Tenía el genio subido, y le contesté:
    
    -¡Cabrona! ¡¡Casi haces que me cague encima!!
    
    Se volvió a poner seria.
    
    -¡¿Qué me has llamado?!
    
    Me volví a acojonar.
    
    -¡Caaariño!
    
    Volvió a abrir la navaja. Empujó por mí y me dio la vuelta. Su voz sonó misteriosa, cuando dijo:
    
    -Ahí están. Los pelos del culo.
    
    -¡Noooo!
    
    -Siiii. Los voy a afeitar y sin espuma, te los voy a cortar en seco.
    
    -¡Hija de…!
    
    No me dejó acabar. Me dio con uno de mis kiowas marrones con piso de goma en las nalgas.
    
    -¡Plassssss, plassssss, plasssss…!
    
    -Trata con respeto a tu barbera, cabrón. ¡¡Sube el culo!!
    
    Levanté el culo. Me cogió la polla y comenzó a masturbarme.
    
    -¿Te gusta, cara de coño?
    
    -Bueeeno, no está mal.
    
    Me mordió las ...