1. Cap. 22: De su hijo a su mujer (Roberto me enseña):


    Fecha: 02/10/2025, Categorías: Gays Incesto Sexo con Maduras Autor: MachoLingerie, Fuente: SexoSinTabues30

    A la distancia escuchaba la voz masculina y la risa de Roberto mientras comía con su mamá. Había llegado esa tarde a visitarnos desde el regimiento, ya hace tres años que había entrado a hacer el servicio militar, y luego se quedó para hacer carrera. Él era como de la casa; ya les conté que lo conocí cuando yo tenía unos cuatro o cinco años, él debía tener unos quince o dieciséis, fue una vez por casualidad, pues la Nené no trabajaba tanto con nosotros, venía solo algunos días. Por ese tiempo yo estaba más tiempo o con papá si no tenía clases en la Universidad, o con mamá si no tenía turnos, o con mis abuelos.
    
    Desde que lo reencontré aquella tarde que que yo almorzaba y él había venido de visita a casa cuando tenía siete años nos habíamos hecho muy cercanos, Roberto era como un hermano mayor, claro que muy diferente físicamente, él era corpulento, bastante alto pero un poco menos que papá, sus brazos eran grandes y sus piernas también, tenía espalda ancha y su trasero se marcaba muy bien en sus pantalones o shorts, era moreno, de pelo negro, siempre corto, pies así debía traerlo por pertenecer al ejército, su voz muy profunda, sus modales como un caballero y sus movimientos precisos, tremendamente masculinos, todo en él era masculinidad; como caminaba, como movía sus manos, como se sentaba, sus piernas abiertas, su risa, sus dientes blancos, sus labios gruesos, su rostro perfectamente afeitado, sus ojos marrones, inquietos brillantes. Roberto tenía una hoyuelos que se le ...
    ... hacían en sus mejillas que le daban un aire de dulzura. Era muy diferente a aquel chico delgado, algo encorvado y retraído que vi por primera vez hace seis años.
    
    Ahora, después de que me salvara de lo que había pasado con Wladimir y como la Nené ya estaba casi siempre con nosotros, sus visitas eran casi todas las semanas. Él era como mi hermano mayor, a veces jugábamos fútbol en la cancha que tenía nuestro edificio, le enseñé a jugar tenis y cuando no podíamos estar afuera mirábamos una película o jugábamos con la consola SEGA que me habían regalado mis abuelos. Me gustaba mucho estar con él, era divertido, me contaba chistes y conversábamos de cosas “grandes” según él decía. Cada vez que podía estaba cerca de él, me gustaba su olor, la textura de su piel morena y el contraste con mi piel blanca, a veces ponía mi cabeza en su muslo mientras él estaba sentado en el sofá y así yo me recostaba a lo largo y podía estar cerca de su pene, sentir sus piernas casi lampiñas cuando vestía shorts.
    
    Ya me había tocado muchas veces pensando en él, más aún en estos meses que papá estaba pendiente de Mariana y ya se había olvidado de mi, imaginaba que Roberto era quien me tomaba con sus masculinos brazos, que era él quien me comía mi culito como lo había hecho papá, y que me penetraba haciéndome gemir. Muchas veces había intentado rozar la entrepierna de Roberto, en nuestros juegos, o mientras me recostaba en sus muslos, como queriendo ver si se erectaba, pero nunca lo logré, deseaba ...
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