1. Confesión: el inicio de mi exhibicionismo


    Fecha: 03/10/2025, Categorías: Confesiones Autor: ExpuestaFem, Fuente: TodoRelatos

    ... desperté jadeando, con la entrepierna empapada. La bata de seda pegada a mi piel como si me hubiera meado de placer.
    
    Me levanté, sedienta. Fui a la cocina, me serví un vaso de agua, y salí al balcón.
    
    Era de madrugada. El aire fresco me acariciaba la piel, y el silencio de la ciudad me hacía sentir como si el mundo entero durmiera… salvo yo y mi deseo. Me apoyé en la baranda. El tejido de la bata era tan fino que apenas me cubría. El agua helada resbalaba por mi garganta, pero yo estaba caliente, muy caliente.
    
    Entonces lo hice.
    
    Deslicé las delgadas tiras de la bata por mis hombros. De un solo gesto la dejé caer. Me quedé completamente desnuda. A la vista de cualquiera. Si algún vecino asomaba la vista… me vería. Si alguien pasaba por la calle y miraba hacia arriba… vería mis pezones duros, mi cuerpo abierto al mundo.
    
    Me senté en la silla del balcón, con las piernas apoyadas en la verja, bien abiertas. Una mano en mis pechos, la otra entrando y saliendo de mi coño insaciable. Gemía bajito, mordiendo el labio. Pero no por pudor. Por miedo a que el placer me hiciera gritar.
    
    No sé si alguien me vio. No sé si alguien se corrió viéndome.
    
    Pero sentirme vista, imaginarlo… fue lo que me llevó directo al éxtasis.
    
    Esa madrugada me corrí como nunca antes, con las piernas temblando, con la espalda arqueada, con el alma en llamas.
    
    Y entendí.
    
    Ese fue el inicio.
    
    El inicio de mi exhibicionismo.
    
    Y desde entonces, ya nada fue igual.
    
    Me costó dormir ...
    ... después de eso.
    
    Tenía el cuerpo agotado pero la mente en llamas. Me acosté desnuda, con las cortinas abiertas, sin preocuparme si alguien podía ver. De hecho… esperaba que alguien lo hiciera. Y me dormí así, sintiéndome descarada, húmeda, viva.
    
    A la mañana siguiente, desperté con el primer rayo del sol golpeándome la cara y el sudor entre los muslos. No me importó. Me quedé unos minutos acostada, mirando el techo, sabiendo que algo en mí había cambiado. No fue solo una fantasía… fue real. Lo hice. Me expuse. Me toqué frente al mundo.
    
    Y lo peor… o lo mejor… es que quería más.
    
    Me senté en la cama, aún desnuda. El cuerpo aún me temblaba un poco. Fui hasta el espejo de cuerpo entero del pasillo, y me miré. No como una chica normal se mira al espejo. Me observé como una puta en celo. Con el pelo desordenado, las ojeras marcadas por la noche intensa, los pezones aún duros, la piel erizada. Abrí un poco las piernas. La vulva seguía roja, hinchada, hermosa.
    
    Me sentía adicta a mi propia imagen.
    
    Ese día me vestí sin sujetador. Me puse un vestido suelto, corto, sin bragas. Algo en mí quería probar… quería tentar. Salí así a la calle, a caminar por el centro. Era un sábado por la mañana, la gente paseaba tranquila, turistas, familias, hombres mayores leyendo el periódico en las terrazas.
    
    Y yo, caminando entre ellos, con el coño libre, húmedo, palpitante.
    
    Cada paso me rozaba los labios. Cada corriente de aire era un suspiro entre mis piernas. Me senté en un banco en la ...
«1234...8»