1. Confesión: el inicio de mi exhibicionismo


    Fecha: 03/10/2025, Categorías: Confesiones Autor: ExpuestaFem, Fuente: TodoRelatos

    ... Plaza del Duque, con las piernas cruzadas, sabiendo que si las descruzaba… alguien vería. No lo hice. Aún no. Pero me quedé un rato allí, jugando con mi propio morbo, mordiéndome el labio mientras me imaginaba mostrando todo sin avisar.
    
    Volví a casa empapada.
    
    Me encerré en el baño y me corrí de pie frente al espejo, con los dedos en el clítoris y la mirada fija en mis ojos. No me reconocía, pero me fascinaba. Esa no era la Daniela que fingía en la facultad, que decía “no gracias” cuando los chicos le invitaban una cerveza. Esa era otra. Una versión más oscura. Más real. La que quería que la miraran, la manosearan, que le metieran la verga frente a todos.
    
    Y así empecé a provocarlo.
    
    No era directa. No aún. Pero abría las cortinas de mi salón y pasaba sin ropa. Fingía no darme cuenta. Me asomaba al balcón en toalla y la dejaba caer al sol. Me acostaba a leer desnuda con las ventanas abiertas.
    
    No sé cuántos me vieron.
    
    Pero algo cambió en el edificio. Los vecinos saludaban distinto. Un hombre del tercer piso empezó a tender la ropa más seguido. El panadero de la esquina me ofrecía pan caliente sin cobrarme a veces. ¿Me lo imaginaba yo?
    
    No. Yo lo provocaba.
    
    Y cuando llegaba la noche… me desnudaba de nuevo. Me ponía en el balcón con una copa de vino. Me sentaba en la misma silla, abría las piernas, y me tocaba con la ciudad frente a mí. A veces con los ojos cerrados. A veces mirando directo a las ventanas del frente, por si alguien me miraba desde la ...
    ... oscuridad.
    
    Eso me encendía más que cualquier porno.
    
    Era adictivo. Incontrolable.
    
    Cada noche iba un poco más lejos.
    
    Me sacaba fotos. Me grababa. A veces me imaginaba que alguien me tomaba fotos desde un edificio cercano, que tenía un telescopio, que se corría viendo cómo me masturbaba abierta de piernas, sudada, jadeando.
    
    Y así nació mi obsesión.
    
    Por mostrarme.
    
    Por ser deseada desde lejos.
    
    Por no saber quién me miraba… pero saber que alguien sí lo hacía.
    
    Y yo… yo era sólo para eso.
    
    Una tarde de verano decidí que tenía que probar algo más.
    
    Llevaba días imaginando cómo sería salir sola, vestida para provocar, para ser vista… para ser deseada sin necesidad de hablar. Me tomé un largo baño y me perfumé entera, desde la nuca hasta los tobillos. Me sentía eléctrica. No era solo deseo sexual. Era hambre de algo más. Hambre de miradas, de tensión, de provocar esa incomodidad deliciosa en quien no puede dejar de mirar pero tampoco se atreve a actuar.
    
    Esa tarde decidí que iba a salir. Sola. Provocadora. Descarada.
    
    Pero primero necesitaba algo más atrevido, algo que no tuviera en mi armario. Así que me vestí para ir de compras como quien se prepara para una cita consigo misma. Me puse un vestido blanco ceñido, sin sujetador, sin bragas. La tela se ajustaba a cada curva como si la dibujara. Se marcaban mis pezones duros, oscuros, y el contorno de mis labios vaginales si me movía. Y eso me encantaba.
    
    Zapatillas blancas, mi bolso cruzado al pecho para que ...
«1234...8»