1. Martes de iniciación


    Fecha: 05/10/2025, Categorías: Gays Autor: nonoyrocio, Fuente: TodoRelatos

    ... semen, sudor, calor y deseo.
    
    Y aun así, no me había corrido.
    
    Seguía de rodillas frente a los agujeros, con un rabo empujando mis labios, otro acariciando mi mejilla y otro en mis manos, duro como una barra de hierro. Me sentía tragado por la sala, absorbido por la oscuridad, por ese universo de jadeos, de embestidas, de fluidos, de dominación compartida y secreta.
    
    Me meneaba por puro instinto. Mi verga se rozaba con mi vientre cada vez que me inclinaba para tragarla más profunda, más entera.
    
    Mi culo se abría solo, aún húmedo por la lengua que me había saboreado hace unos minutos.
    
    Y mis manos... mis manos no daban abasto.
    
    En un momento, sin pensar, me agarré la polla.
    
    Mi mano se deslizó por ella como si fuera ajena.
    
    Cerré los ojos.
    
    El sabor de la última corrida aún me recorría la garganta.
    
    El olor de los hombres me llenaba las fosas nasales.
    
    El zumbido de la sala vibraba en mis sienes.
    
    Y entonces, me dejé llevar.
    
    Me pajeaba despacio al principio.
    
    Disfrutando el contraste: mi lengua tragando verga ajena, y mi mano acariciando mi propia polla.
    
    Me masajeaba los huevos con la otra mano, mientras uno de los rabos me acariciaba los labios como si supiera lo cerca que estaba.
    
    Y lo estaba.
    
    Lo sentía en el estómago, en los muslos, en la espalda.
    
    Una ola gigantesca.
    
    Subí el ritmo. Mi puño cerraba mi rabo con fuerza.
    
    La polla que tenía en la boca me follaba la garganta sin pausa.
    
    Otra me rozaba el cuello.
    
    Y detrás… lo ...
    ... sentí.
    
    Una presencia.
    
    Un aliento caliente.
    
    Un cuerpo fuerte.
    
    Me acariciaron la cintura.
    
    Unas manos grandes, duras, negras.
    
    Y una voz grave, juvenil, sensual:
    
    —Así que tú eres el famoso Robert…
    
    Me giré lo justo para verlo.
    
    Era un chico joven, no pasaría de los 25.
    
    Negro, con el torso esculpido como de mármol, los ojos brillando en la oscuridad, y un rabo… un rabo tan impresionante que me cortó el aliento.
    
    Estaba semi desnudo, con una toalla apenas colgando de la cadera.
    
    Pero la polla ya sobresalía, dura, marcada, gruesa.
    
    Él la cogió con una mano, se la meneó un par de veces mirándome, y luego me miró con media sonrisa.
    
    —Sigue a lo tuyo, papi —me dijo—. No pares ahora.
    
    Y no lo hice.
    
    Volví a tragarme el rabo frente a mí.
    
    Me pajeaba con hambre.
    
    Con las palabras de aquel joven en la cabeza.
    
    Sus dedos me recorrían la espalda. Me bajaban hasta las nalgas. Me las separaban.
    
    —Venga, que quiero verte reventar —susurró detrás.
    
    Y exploté.
    
    El orgasmo me golpeó como una ola de lava.
    
    Mis piernas se tensaron.
    
    La espalda se arqueó.
    
    Mi puño apretó con fuerza mi verga mientras los chorros me salían como latigazos calientes, salpicando el suelo, mis muslos, mi pecho, mi cuello, mi cara.
    
    Gemí tan fuerte que uno de los tipos del lado se apartó sorprendido.
    
    Grité.
    
    Rugí.
    
    Me corrí como nunca.
    
    La polla que mamaba se vino también, llenándome la boca justo mientras mi cuerpo temblaba. Me atraganté un poco, me limpié ...
«12...5678»