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Un viaje de negocios
Fecha: 07/10/2025, Categorías: Hetero Autor: Tita, Fuente: SexoSinTabues30
... recogerme a mi casa. –Te habla un señor de acento chapín, lo pasé a la sala –me dijo mi hermana, y supe que era Edwin. Me terminé de arreglar, tomé mi maleta y bajé. –Hola, soy Tita y supongo que tú eres Edwin –le dije, extendiendo mi mano para saludarlo. Yo suponía que su porte sería el de una persona de baja estatura, piel morena, ojos negros, cabello lacio, en fin, todo un chapín. Pero no, era de 1.75 de estatura, la piel era morena clara, de cabello negro, más bien quebrado que colocho, ojos verdes, labios algo gruesos, pero cercanos al rojo. Una mezcla adecuada y perfecta de razas. “A éste me lo tiro”, pensé de inmediato. Más cuando, sonriendo, tomo mi mano para besarla y se quedó embobado viendo mis tetas, que estaban cubiertas por un suéter delgado blanco y la delgadez del sostén, también blanco semitransparente que insinuaban con precisión el tamaño de mis aureolas guindas. –Yo soy Edwin. Tu nuevo jefe, pero estoy a tus órdenes. Veo que Roberto se quedó corto en tu descripción. Más bien sólo me describió tus virtudes para el trabajo y me mostró una foto tuya de hace 10 años. En la foto se notaba la belleza de tu rostro. Pero… ¡Ahora te ves más bella que entonces! –dijo sin soltarme la mano y tuvo que voltear a verme a los ojos para comentar lo de mi rostro. –Gracias por el cumplido. Gustas tomar algo o ya nos vamos –dije sacudiéndome delicadamente su mano. –¡No, así estoy bien, gracias! –Perdón, esto te lo envió Roberto, pero dijo que lo ...
... abrieras hasta tu regreso –indicó dándome una caja de la cual despegué y abrí la tarjeta que decía “Pórtate bien” –Nos está esperando el taxi afuera, para llegar a tiempo al aeropuerto –expresó Edwin y tomó mi maleta. En el aeropuerto, una vez entregado nuestro equipaje y habiendo pasado a la sala de espera, debimos esperar una hora más para salir. Así que nos fuimos al restaurante donde comenzó a platicarme sobre lo que haríamos en las visitas programadas. También, durante el vuelo, continuó instruyéndome muy profesionalmente, sin contacto ni miradas lascivas y sentí que se alejaban mis posibilidades de tirarme a Edwin. Ya en la Unión Americana, Edwin me fue soltando algunas responsabilidades y, al parecer, salí bien evaluada. Cuando llegamos a San Antonio, la última ciudad a visitar, disponíamos del domingo libre. Edwin, en el desayuno me preguntó qué se me antojaba hacer, pues ese día no habría trabajo. –Hagamos lo que gustes, porque lo que yo quiero, y extraño, no es posible –le respondí sin aparentar mayor pretensión. –¿Será estar con tus hijos? –inquirió inocentemente. –Mis hijos son muy importantes, pero están a buen cuidado y me comunico frecuentemente con ellos. Lo que sí extraño es el trato de mis amantes –dije dejando implícita la falta de sexo. –¡Oh! ¿Y solo ellos te pueden tratar así? ¿Cada cuando los ves para que te den lo que te hace falta? –preguntó Edwin. –Al menos una vez a la semana a cada uno –expliqué cínicamente–. Bueno, la excepción es ...