El niño más gordo del campamento II.
Fecha: 09/10/2025,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Fetichismo
Autor: GordMadrid, Fuente: SexoSinTabues30
Después de ese día los cuatro monitores del grupo 6 nos turnábamos para darle postre a Jaime, el obeso niño de 6 años enamorado de las pollas. El director, el Señor Martínez, nos había habilitado unas dependencias en el edificio de dirección que constaba de una sala para el café con 3 sofás y una mesita, televisor, mueble bar con cafetera y un pequeño aseo. Más tarde nos enteramos que era la zona personas del director, donde gustaba hacer fiestas con las monitoras más cercanas a él, autenticas orgías donde él era, no sólo el director, sino el rey. Pero ahora no sólo se usaban para esas orgías llenas de personas adultas disfrutando en libertad, sino otras fiestas más obscenas y prohibidas, donde cuatro monitores jóvenes disfrutaban de las mejores mamadas que recibirían en sus vidas, nada menos que del niño más gordo del campamento, una mole de 6 años y 45 kilos de bondad y alegría. En los últimos días Jaime había experimentado un gran crecimiento personal. Su autoestima había crecido al tener a 5 adultos, incluido el mismísimo director del campamento, enamorados hasta las trancas de él. Todos los días después de comer (el director había suprimido la dieta de Jaime y le preparaban sus platos favoritos) el niño iba con dos de sus monitores a la sala del café del director y disfrutaba de sus pollas en exclusiva. Damián y Fede se llevaban con ellos un bote de nata montada, para llenarse de nata las pollas y que el niño se recreara a gusto dejándolas limpias y brillantes. Mientras ...
... los demás niños dormían Jaime se metía con ganas las pollas de todos nosotros, llenando sus enormes mofletes de carne, nata y semen. Y así con las abundantes comidas que le daban los cocineros y con las comidas que él mismo nos regalaba, se llenaba de energía para disfrutar del resto de la tarde con sus compañeros. Los monitores del grupo 6 nos habíamos organizado para que no le faltara su premio al nene más gordo del campamento. Mínimo al día recibía dos corridas de dos de nosotros, pero normalmente la cantidad de semen que se tragaba era mayor. Muchas veces el Señor Martínez se unía a los dos monitores para relajarse de su angustiante trabajo. Pero no sólo eso. Desde que me la comió por primera vez yo no podía dejar de pensar en la boca de ese niño obeso. De sus labios que apenas se podían cerrar por el tamaño de esos dos mofletes que se asemejaban a unos pequeños glúteos. De su lengua que ansiosa aparecía entre sus pequeños y gordos labios, goteando de saliva, cuando se le acercaba una poya a la carita. El niño era puro deseo cuando sabía que le tocaba recibir un premio. Sus ansias de introducirse todo el rabo que le podía caber en la boca le hacían transformarse en un mariconcito insaciable. Muchas noches, daba igual si me la había comido Jaime ese día o no, no podía conciliar el sueño por lo dura que estaba mi polla. En esa época que era tan joven muchas veces se me ponía tan dura que la piel casi no podía contener todo mi rabo. Esas veces que me pasaba solo pensaba en ...