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El niño más gordo del campamento II.
Fecha: 09/10/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Fetichismo Autor: GordMadrid, Fuente: SexoSinTabues30
... insoportable. Me agarré con una mano al cabecero de la cama, que volvió a crujir y la otra me la mordía para no gemir. Cerré los ojos para no marearme y esperar que el pequeño fuera metiéndose todo mi glande y empezara a relajarse. Siempre era el mismo procedimiento. Succionaba el glande como un bebé busca leche en la teta de su madre. Y cuando ya tenía todo el sabor de la polla en su boca comenzaba a mover su lengua y a meterse y sacarse la polla él solo, relajando la succión. Se metía mi glande aplastándolo fuertemente con su boca que succionaba, era muy húmedo y caliente y el pequeño dolor que sentía con tanta presión solo acrecentaba mi placer y mi éxtasis. Pronto Jaime empezó a lamerme suavemente el glande dentro de mi boca, cogiendo aire. Su lengua rodeaba lentamente la punta de mi polla dando vueltas delicadas mientras notaba su aliento salir de su boquita, calentando más mi polla. Abrí los ojos para vigilar si algún niño había despertado. Jaime no hacía ningún ruido mientras seguía jugando con mi glande sin mover su cabeza, eso vendría después. Estaba recibiendo una magnifica mamada de un niño mientras once niños de su edad dormían a mi alrededor. Nunca hubiera pensado que obtendría placer con las niñas, mucho menos con un niño. Lo que estaba haciendo desde luego no era normal, era horrible y una perversión absoluta, pero me pregunté si alguno de los compañeros de Jaime, que dormían tan inocentes, también comerían polla como el obeso de su compañero. Si algún padre, ...
... algún profesor, algún abuelo, les había enseñado los placeres prohibidos. Mientras Jaime empezó a mover su cabecita para meterse mi polla más dentro, hasta rozar levemente la campanilla, recordé como cuando empecé en este trabajo nada me había hecho pensar que este mariconcito era un comepollas y un vicioso. Solo veía en él un niño con mucha inocencia y alegría, que sufría mucho por su gordura pero que no dejaba nunca que venciera la tristeza, sin saber que se reservaba para el placeres que no le estaban permitidos, cogiéndolos con gusto y empapándose en la perversión. Empecé a empujarle la polla en la boca. Mi polla había estado dura toda la noche y no iba a aguantar mucho mas. Le acaricié el pelo dándole dos toquecitos, que era nuestra señal para que se preparara para tragarse toda mi corrida. Era como pagar por ir al cielo. El me hacia las mejores mamadas de mi vida y yo sólo tenía que entregarle todo mi semen. Mientras empujaba mi polla hasta entrar en su garganta el niño se excitaba y empezaba a succionar esperando mi leche. Su «premio» que tanto apreciaba. La follada que le estaba pegando a su boca empezó a ser más fuerte y el colchón empezó a sonar al ritmo. Jaime no se quejaba, parecía disfrutar cuando le golpeaba con mi polla la entrada de su garganta. Su estrechita garganta de infante hacía tope para mi glande pero no para mi leche. Veía su cuerpo rebotar al ritmo de mi rabo y sus mofletes apretados por el vacío que creaba en su boca queriendo tragarse todo mi semen. ...