-
El niño más gordo del campamento II.
Fecha: 09/10/2025, Categorías: Fantasías Eróticas Fetichismo Autor: GordMadrid, Fuente: SexoSinTabues30
... rebotaba y se chocaba entre sí y cuando mamaba iba y venia al son del placer. Todo su cuerpo parecía pedir que le hicieran el amor. Sergio parecía pensar así también por que mientras le enjabonaba le acariciaba con su polla dura y gorda por las partes más esponjosas de su cuerpo. A Jaime disfrutaba de la atención, el amor y los cuidados de su monitor pervertido, pero no iba con sus ansias características a comerle el rabo. Jaime odiaba el sabor del jabón. Le gustaba que la polla le supiera a polla, yo tenía la sospecha que incluso le gustaba más cuando sabía ligeramente a orín. Estando la polla de Sergio llena del jabón que iba recogiendo de su cuerpo no parecía interesarle. Yo tenía una erección enorme pero me mantenía indiferente, sólo admirando el show de un hombre excitado con un niño obeso, viendo como se agarraba su polla y levantaba los enormes pechos del crío, que colgaban sobre los michelines de encima de su enorme tripa. Los levantaba con toda su polla y los dejaba caer para ver como rebotaban, mientras se frotaba contra su pequeño pezón, que tenía forma alargada por toda la grasa que debía contener. La fascinación que Sergio sentía por la obesidad del crío era algo que solo yo y el director sabíamos. El director disfrutaba de lo lindo masturbándose con las tetas de Jaime y comiéndoselas y metiendo su cabeza entre ellas, como sin duda hacía con las monitoras que se follaba en sus fiestas, pero los demás sólo nos aprovechábamos de las mamadas de Jaime, sin ...
... desearle, al menos, eso me decía yo al principio de todo. Fede y Damián querían mucho al niño pero evitaban tocar su cuerpo. En la medida que podían se limitaban a darle polla y acariciarle la cabeza. Yo era el que mejor trataba a Jaime, en el sentido de que le daba besos y le miraba a los ojos con amor, mientras me aprovechaba de él o no. Pero Sergio le deseaba por entero. Le metía las manos por los muslos y le pedía al crío que las cerrara. Se relamía tocándole la enorme tripa y gemía débilmente mientras le sujetaba toda la parte inferior de la tripa, que le colgaba hasta su pequeño pene, que no se veía estando entre sus carnes. Era devoción lo que ese chico sentía por cada kilo de más de Jaime, y eso a Jaime le gustaba. Nunca había sido acariciado de ese modo (a un niño no debe acariciársele así) y descubría el amor que nace del deseo más puro. Sergio nunca le forzaba la boca, como hacíamos los demás, y se corría haciéndose una paja para no violentar al crío. Sus caricias eran delicadas y se notaba un deseo por cuidar a lo que él consideraba una bella creación de la naturaleza. Les dejé disfrutar de su momento sin molestar pero sin perder detalle. Sergio aclaró bien a Jaime y empezó a secarle, cosa que tomaba su tiempo debido al tamaño y los numerosos recovecos que tenía el niño. Una vez seco, Sergio le dio un tierno beso en los labios del niño, agradeciéndole el placer que le había dado, y le dijo que se vistiera. Cuando estuvimos los tres duchados y vestidos fuimos al encuentro ...