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Mi esposa me puso los cuernos con dos vendedores ambulantes
Fecha: 10/10/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Fornicatorix, Fuente: CuentoRelatos
Mi esposa y yo rozamos los 40 años. Nos conservamos bastante bien y nos gusta cuidarnos. El cuerpo de mi mujer no tiene nada que envidiarle al de un mujer de 25-30 años. Sin embargo, ella no piensa lo mismo y tiene una baja autoestima: siempre se ve defectos y siente envidia de otras mujeres con cuerpos bonitos. Como dije antes, ella tiene un cuerpo espléndido: es morena, tiene el pelo largo, mide 1.75 m, sus ojos son verdes, unos pechos no exageradamente grandes y un coñito completamente depilado que haría las delicias de cualquier hombre. Pese a ello, si una mujer guapa pasa por delante de nosotros, siente celos si me pilla mirándola y cree que puedo ser capaz de serle infiel algún día. Jamás he engañado a mi mujer con otra y no sería capaz de hacerlo, pues la quiero y no podría verla sufrir. Cada verano solemos acudir a una playa almeriense a pasar 15 días de vacaciones, alquilando un pequeño apartamento. El año pasado, como de costumbre, estuvimos allí la última quincena de julio. Yo siempre deseo que lleguen las vacaciones para poder desconectar de todo, pero también tengo cierto temor, pues en la playa con mujeres en bikini, en tanga o en topless, aumentan exageradamente los celos y las imaginaciones de mi mujer y ya hemos tenido más de un enfado en ese sentido. A mi mujer Silvia no le gusta practicar topless, dice que le da pudor, y cuando algunas veces se pone alguna mujer cerca de nosotros a tomar el sol sin la parte de arriba del bikini, a ella le comen los ...
... celos. Yo ya le he dicho muchas veces: –¿Por qué no haces tú lo mismo? Tienes un cuerpazo y puedes presumir tranquilamente de él. Así, además, seguro que desaparecerían tus envidias e imaginaciones. Pero ella siempre se niega y es imposible hacerle cambiar de opinión. Los días de vacaciones fueron transcurriendo con cierta normalidad y los estuvimos aprovechando al máximo. Sin embargo, el penúltimo día la cosa cambió por completo. Ese día, después de almorzar, bajamos a la playa para pasar allí el resto de la tarde. A esa hora la zona en la que nos solemos poner para tomar el sol y darnos algún baño estaba bastante tranquila, pues siempre suele llenarse conforme avanza la tarde. Así que llegamos a la arena y extendimos las toallas. Yo me quité la camiseta y el pantalón corto que llevaba y me quedé en bañador, que era ajustado al cuerpo, tipo bóxer, de color negro. Silvia se quitó su vestido rojo estampado y se quedó con su bikini de color verde pistacho. Nos tumbamos en las toallas y nos pusimos a tomar el sol de forma relajada. Con el paso de los minutos la zona empezó a poblarse poco a poco de bañistas. Hasta las 19 h solían seguir llegando veraneantes y a partir de esa hora la playa comenzaba a quedarse poco a poco otra vez más tranquila. Algunos días Silvia y yo nos habíamos quedado allí hasta más de las 21 viendo la preciosa puesta de sol que ofrecía aquel lugar. Tras llevar un rato expuesto al sol decidí darme un baño. Mi mujer prefirió quedarse tomando ...