Martín y Antonio regresan con ganas de más
Fecha: 14/10/2025,
Categorías:
Hetero
Autor: AntonioSPA, Fuente: TodoRelatos
... Afuera, los pasos se alejaban entre risas y humo de tabaco, como si nada. Como si el mundo siguiera su curso, ajeno a lo que ellas estaban intentando recomponer.
Marta se acercó a su madre mientras terminaba de abotonarse sus shorts vaqueros, su voz suave pero firme:
—No te preocupes por mí, mamá —dijo, esbozando una sonrisa cansada—. Estoy bien… de verdad.
Hizo una pausa, bajando la mirada un instante antes de añadir, casi en un susurro:
—No te voy a mentir… hubo momentos en los que, a pesar de todo, lo disfruté.
Laura la miró en silencio, atrapada entre el alivio y la incomodidad de aquella confesión. Por dentro, no podía evitar darle vueltas al despropósito que había presenciado: ver a Marta, con su carita de niña buena y apenas un par de polvos en su historial, siendo usada sin miramientos por ese animal de Antonio, que tenía edad de sobras para ser su abuelo. Pero qué coño hacía esa cría empapada en lefa de camionero, cuando lo suyo sería estar echando polvos torpes con algún universitario de barbita ridícula y condón de fresa. No con un tío que fumaba como un carretero, respiraba como un oso y seguramente se limpiaba la polla con el trapo del salpicadero.
Marta desvió la mirada, todavía con el eco caliente de lo que había visto retumbándole en las sienes: su madre, esa misma mujer que ni siquiera se atrevía a hacer topless en la playa y regañaba por dejar migas en el sofá, empalada por un tiarrón de casi dos metros, todo músculo, barba y polla brava. ...
... Martín, el camionero, la había tratado como a una muñeca vieja: agarrones, embestidas a degüello y esa manera de gruñirle al oído que parecía más propia de un establo que de un dormitorio.
“Joder, mamá...”, pensó Marta, con una mezcla de pudor y asombro. “Espero que por lo menos te haya hecho correrte a gusto, porque ese animal parecía capaz de descolgarte el útero con una sola metida”.
Comparado con su padre, un funcionario blandito con tripa y manos de oficinista, aquel camionero parecía un puto gladiador salido de una película porno cañí. “Desde luego, si lo que querías era desfogarte… has elegido al mejor semental de la cuadra”.
Antonio y Martín regresaron al cuarto tras fumarse unos pitillos y pillar unas latas de birra de la máquina del motel, con las venas aún a punto de estallar por la adrenalina del último envite. Entraron como dos toreros que vuelven al ruedo, el ambiente denso, caliente, más espeso que el humo que dejaban sus cigarrillos apagados. Las miradas de Laura y Marta se cruzaron con las suyas; las chicas ya con la ropa puesta, preparadas para pirarse de allí, como quien acaba una faena de la que preferiría no acordarse.
Pero Martín, con esa voz de trueno y una sonrisa de malicia que casi hacía temblar las paredes, las cortó en seco.
—¿A dónde cojones os pensáis que vais? —preguntó, dejando caer cada palabra con ese deje canalla y autoritario que no admitía discusión—. Aquí todavía queda faena que hacer. Os habéis quedado a medias, y vuestros ...