1. Martín y Antonio regresan con ganas de más


    Fecha: 14/10/2025, Categorías: Hetero Autor: AntonioSPA, Fuente: TodoRelatos

    ... pared. Las tetas de Marta oscilaban a lo bestia, rebotando como dos flanes en plena mascletà, tan rápido y exagerado que parecían sacadas de un puto dibujo animado, como si la estuviera montando un toro bravo desbocado en plena plaza. Era un meneo de los que te cambian el pH vaginal y te recolocan los empastes.
    
    La joven sólo pudo soltar un gemido ronco, como de borracha a punto de desmayarse, el cuerpo entero temblándole de gusto. Martín no aflojaba ni un pelo, metiéndola con un ritmo de picapedrero cabreado. La agarraba de las caderas como si fueran las asas de un botijo, con los dedos marcándole la carne, mientras ella se restregaba encima como una posesa, desquiciada, buscando su ración como una yonqui del nabo.
    
    —¿Te gusta, eh? —bufó Martín, con la cara roja y los músculos tensos como cuerdas de fardo—. ¿Te gusta que te dé como si fueras una perra callejera? Pues toma más, guarra, que aún me queda faena.
    
    A su lado, Antonio seguía dándole su ración a Laura, que tenía la cara vuelta del revés. Cada embestida la hacía retorcerse, como si le estuvieran metiendo un tronco en vez de una polla. Se aferró a las sábanas como si fueran un salvavidas, pero Antonio la agarró del moño y la obligó a encararle.
    
    —Mírame, puta —gruñó él, con esa voz suya de camionero al que le han tocado los cojones—. Quiero verte la cara cuando te reviente por dentro.
    
    Laura lo miró con los ojos como platos, llenos de lágrimas, vicio y algo de miedo, mientras el cuerpo le temblaba como ...
    ... una hoja. Estaba al borde del desmayo, pero también del clímax, y no sabía si gritar o darle las gracias. Antonio la empalaba y la zarandeaba sin piedad, como quien descarga sacos de pienso con prisa, con ese ritmo suyo de hombre de campo, bruto y viril.
    
    —Córrete, zorra —escupió entre dientes, apretándole el culo con las dos manos—. Apriétame bien esa almeja, que quiero sentir cómo me ordeñas la polla.
    
    Y entonces se vino. Como una tormenta de verano, de esas que no avisan. Laura soltó un gemido ronco, gutural, casi de cabra pariendo, y se quedó tensa unos segundos, arqueando la espalda como si le hubieran metido un calambrazo por la raja. Se agarró con uñas y dientes a los hombros de Antonio, temblando entera mientras le chorreaba el coño sin control, empapándole la polla hasta el tronco. Era un borbotón caliente y espeso, como si se le hubiera roto la fuente allí mismo, calándole hasta los huevos.
    
    Antonio lo notó, lo saboreó con la polla, y soltó un gruñido grave, casi animal. Entonces descargó dentro de ella con una fuerza que la dejó despatarrada, con los ojos en blanco y la boca abierta como si fuera a cantar una saeta en pleno Jueves Santo. La lefa le llenó el coño, caliente como café de termo, saliendo a presión, y él aún le pegó un par de embestidas más desde abajo, profundas y firmes, asegurándose de dejarle bien claro quién mandaba. Ella no podía ni hablar, solo respiraba como un fuelle viejo, empapada, vencida, feliz.
    
    Martín, por su parte, no tardó en ...
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