1. Fantasía de una mujer casada con un hombre mayor (parte 3)


    Fecha: 17/10/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: CristiMorbo, Fuente: CuentoRelatos

    ... lo que había sucedido. Los recuerdos de esa noche no permitían un fácil relajamiento.
    
    Finalmente, tras bastantes minutos de lucha conmigo misma, el agua tibia sobre mi rostro y mi cuerpo, logró su efecto. Me relajé. Mucho. Como ese deportista exhausto que ha realizado un esfuerzo titánico y por fin, descansa.
    
    Sentía el peso del mundo sobre mi misma. Estaba cansada. Supongo que mis emociones se habían liberado y ahora, me sobrevenía la calma.
    
    Cerré el grifo. Noté un ruido raro, fuera de la ducha que, al principio, no supe identificar. Me sequé con la toalla y me miré al espejo. Me vi a mí misma, exhausta, relajada. Feliz. Satisfecha.
    
    Sí, satisfecha.
    
    Ese ruido, de fondo, seguía. No, no podía ser. Parecía… ¿un ronquido?
    
    Desnuda, pero seca, salí de la ducha y al abrir la puerta que separa el baño de la habitación, el ruido se hizo más patente. Sí, Pepe, seguía allí. Desnudo. Ocupando el sitio que, normalmente, ocupa mi marido. Y roncaba. Ya lo creo que roncaba.
    
    No era, en absoluto ajena a ese ruido. Mi marido, también ronca. Y mucho.
    
    Sin hacer ruido, saqué un pijama corto. Unos shorts y una camisetita de tirantes. Me los puse. Sin braguitas.
    
    Me acurruqué lentamente en la cama, tratando de no molestar a Pepe.
    
    Al día siguiente, el despertador cumplió su cometido. Su zumbido me hizo despertarme. Me costó unos cuantos segundos recordar. Recordaba lo sucedido la noche anterior. De nuevo, la sensación de felicidad, de sentirme realizada.
    
    Pero, ¿un ...
    ... momento?. Había algo raro. Tardé unos segundos en darme cuenta.
    
    No se oían ronquidos. Me giré. Ni rastro de Pepe.
    
    Por un momento, sentí alivio. La noche anterior había sido, con diferencia, la mejor noche de mi vida. Pero me tenía que ir al trabajo y no quería embarazosas despedidas.
    
    Aún somnolienta, me dirigí a la cocina a por mi café matutino de la misma manera que un yonkie a por su dosis diaria.
    
    Cuando, de pronto, lo oí. El ruido de mi cafetera de cápsulas.
    
    Pero, ¿Se había puesto en marcha sola? No, eso no era posible ¿Entonces?
    
    Casi me da un vuelco el corazón cuando, sentado en las sillas de sky blanco que tengo en la cocina, vi a Pepe. Desnudo de cintura para arriba. Con su inmenso barrigón. Solo llevaba sus calzoncillos. Sus manos, enrollaban, con suavidad, el papel de fumar de un cigarro.
    
    –Ya era hora, puta ¿Quieres café? –Me dijo, mirándome a los ojos.
    
    –Ufff, lo necesito –Le dije, entre sorprendida, somnolienta y algo excitada.
    
    –Pues prepáratelo. Y termina de prepararme el mío. Con leche y sacarina.
    
    No me lo podía creer ¿Me estaba pidiendo que le terminara de preparar el café? Que se lo hiciera él mismo. Pensé. Además, ¿Qué hacía, aún, en mi casa?
    
    Pepe, debió notar mis tribulaciones porque yo permanecía quieta, en el quicio de la puerta que separa la cocina del pasillo.
    
    –¿No querrás que tu chulo haga el trabajo, verdad? –Me miró, muy serio– Venga. Ya sabes, con leche y sacarina –Terminó de decir. Sus ojos, bajaron al cigarro y al papel ...
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