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Fantasía de una mujer casada con un hombre mayor (parte 3)
Fecha: 17/10/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: CristiMorbo, Fuente: CuentoRelatos
... de envolver. Notaba como un sentimiento nuevo, de ira, recorría mi mente. Pero, a su vez, un escalofrío salía de mi entrepierna, recorriendo mi cuerpo. El mismo escalofrío que sentía cada vez que Pepe clavaba su mirada fría y seria en mis ojos o que me ordenaba, con autoridad, algo. Sin atreverme a mirarle, pasé por su lado, aparté la taza de la cafetera, abrí la nevera y añadí algo de leche hasta completar un buen café con leche. En el segundo armario, saqué el bote donde guardamos los sobrecitos de sacarina, abrí uno y eché el contenido en la taza. Finalmente, con una cucharilla, removí el café. Mientras llevaba a cabo toda la operación me sentía humillada. Pero, para mi sorpresa, aquello, no solo no me molestaba. Me gustaba. Demasiado. Me giré hacia Pepe, y le entregué su taza. Me miró a los ojos, sonriendo. De nuevo, su boca, amarillenta, a falta de dos dientes. De nuevo, el escalofrío. –Bien, puta, ahora, mientras me tomo tranquilamente mi café, me vas a hacer una buena mamada. –Pe… pero… –Mi cuerpo temblaba. De sorpresa. Y de placer– Pero, el trabajo, se me va a hacer tarde. Pepe, reía, mirándome a los ojos. –Seguro que haces que termine pronto –Dio un par de vueltas más a la cucharilla. Cuando terminó, me miró a los ojos, muy muy serio– Venga, de rodillas. Ahora, el escalofrío era, prácticamente, una descarga que sacudía mi cuerpo. Como si una fuerza misteriosa me hubiese empujado, me puse de rodillas, frente a Pepe. –Vamos, hostia, ...
... bájame los gayumbos ¿O no sabes lo que hay que hacer, puta? –Decía, burlón. Ahora no hizo falta ningún escalofrío. Ninguna descarga. No había extrañas fuerzas. Era yo, la que ansiosa, deseosa, le bajé los calzoncillos. Esos slips, blancos, un poco amarillentos. Algo asquerosos. En ese momento, eso, me daba igual. Fui yo la que, como loca, empezó a chupar ese miembro ajado, con vello blanco. Bueno, más que chuparlo, lo devoraba. Como si no existiera nada más en el Mundo. –Joder, vas a conseguir que me corra –Dijo Pepe, entre dientes. Normalmente, le habría mirado a los ojos, disfrutando de la expresión de su cara. Pero no quería que nada me distrajera. Es más, aumenté, si es que era posible, la velocidad de la mamada. Os juro que nunca, ni a mi marido ni, antes, a ninguno de mis ex, se la había chupado de esa manera. Por momentos parecía que mi cuello se iba a dislocar. Mi boca engullía el miembro de Pepe por completo y lo volvía a sacar por completo y todo ello, a una velocidad de vértigo. Mi frente rozaba la barriga, ya sudada pese a lo temprano del día, de Pepe. Para mi desgracia, no pasaron ni dos o tres minutos, cuando, entre gruñidos, escuché la voz de Pepe: –Joder… que me corrooo. Al terminar de decirlo, su manaza se posó en mi nuca, apretando. Aplastándome contra él. Al igual que la noche anterior, una cantidad ingente de semen emanó de aquel volcán, directamente, en el interior de mi cavidad bucal. –Trágalo zorra. No quiero ver ni una ...