Nicky: no toques a mi hija 12 - Relatos Eróticos

Nicky: no toques a mi hija 12

... de ahí, cuando el sol lanzaba sus primeros rayos sobre la granja, sintiendo cómo mi corazón palpitaba exaltado al mismo tiempo que mi hija no dejaba de llorar, sin entender lo que pasaba, sin tener idea de la razón de que su padre estuviera tan alterado.

- ¡Papá! ¡¿Qué está pasando?! ¡Me estás asustando mucho! ¡¿Por qué nos vamos así de la granja?! ¡¿Por qué…?! ¡Los caballos necesitan comer o…! ¡Las vacas…! - preguntó, sin dejar de llorar, pero sonando nerviosa y muy asustada.

- Alimenté a los animales antes de que despertaras, estarán bien. Ahora cállate y deja de quejarte - respondí, mientras me preguntaba ¿A dónde podríamos ir? ¿Qué tan lejos podríamos manejar antes de que me tuviera que detener en una gasolinería y arriesgarme a que alguien me reconociera? ¿Cómo saldría del problema en el que me había metido? ¿Cómo le explicaría a mi hija el hecho de que tuviéramos que huir de la forma como lo hacíamos, sin confesarle la verdadera razón de nuestro escape?

Toda la mañana y parte de la tarde estuve conduciendo, recorriendo la autopista, parando solamente un par de veces a cargar gasolina, comprar comestibles y hacer nuestras necesidades, momentos que Lily aprovechaba para preguntarme de nuevo qué era lo que pasaba, a dónde nos dirigíamos y por qué parecía como si estuviéramos huyendo, ninguna pregunta que encontrara una respuesta más allá de mi silencio o de decirle que ya lo hablaríamos luego.

Cuando la noche estuvo a punto de caer, nos metimos en un motel de ...

... carretera, donde al tipo que me atendió no parecía importarle nada más allá del partido de futbol que estaba viendo en un pequeño televisor, algo de lo que me percaté dado que apenas me miró cuando le pagué el monto de una habitación y me indicó el número que me correspondía.

- Número ocho. Que se diviertan - dijo el muy idiota, sin impregnar sus palabras con ninguna clase de emoción, antes de que arrancara de nuevo y nos metiéramos en el apartado número 8, de que bajara del auto para cerrar la cortina del apartado y de esa forma ocultar la camioneta, sintiéndome a salvo por primera vez desde que salimos de la granja, antes de que diera media vuelta y me encontrara frente a frente con mi hija, quien me miraba enojada, con los brazos cruzados al frente de su pecho y mostrándose sumamente asustada.

- Papá, ¿Podrías decirme qué fue lo que hiciste para que estemos huyendo de esta forma? - preguntó mi hija, sin poder contener un par de lágrimas que surcaron sus mejillas, mostrándose tan asustada y nerviosa como lo había estado desde que dejamos la cabaña, como jamás la había visto desde el día en que nació.

- Es tarde. Hablaremos mañana - respondí, hablando con determinación, haciéndole saber que no habría forma de que en esa noche obtuviera la información que quería conocer, viendo cómo Lily me fulminaba con la mirada, quedándose muy quieta por un momento, observándome, antes de que tomara sus cosas y se metiera en la recámara, furiosa, sin tener una explicación de lo que ...