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Mi tercera infidelidad
Fecha: 19/10/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Daniella de BA, Fuente: CuentoRelatos
Me empezaba a gustar engañar a mi marido, tanto por lo prohibido como por la sensación de dominio que me da el hecho de seducir y llevarme a la cama a un tipo y hacerle creer que fue él que me sedujo… ¡qué huevones son a veces los hombres! Durante enero me porté bien, ya que como fui de vacaciones con mi marido y mi hija de cinco años, mucha libertad no tuve… sin embargo, noté que mi marido estaba preocupado por alguna cosa; yo le pregunté varias veces y siempre me contestaba que eran cosas del trabajo. Finalmente, me confesó, una vez en casa, que tenía miedo que lo echaran del trabajo, en febrero se esperaba una reducción de personal y creía que él, con 35 años, podía quedar incluido… por supuesto que todo eso me preocupó, pero ya una vez acostada en nuestra cama, me puse a pensar y me acordé acerca de algo que mi marido mencionó cuando se refirió a su jefe, el dueño de la pequeña empresa donde trabaja: “Es un viejo verde, que se pasa todo el día mirando el culo a las secretarias…” Bueno, bueno, pensé yo, algo voy a tener que hacer para defender a mi maridito. Y ahí nomás comencé a preparar un plan de emergencia. Un día, durante el desayuno, le dije a mi marido que lo pasaría a buscar al mediodía para almorzar juntos, tal como esperaba, me dijo que creía que no iba a estar en la oficina porque tenía que visitar unos clientes; para justificar mi visita a su oficina, le contesté que pasaría de todas maneras, ya que estaría por la zona y si no estaba, me volvía ...
... para casa. Como ese día era muy caluroso, me puse un conjunto de pantalón y casaca de bambula blanca, semitransparente y saqué del cajón de la ropa interior un corpiño y bombachita (panties) color rosa fuerte, también transparente y con encajes; me miré en el espejo y me gustó lo que vi: el corpiño se traslucía por la bambula, lo mismo que la bombachita, si me levantaba el faldón de la casaca. Estaba segura que el jefe de mi marido iba a fijar su vista en el triangulito rosado que ni con la mejor buena voluntad del mundo podía tapar mucho de mi culo. Cerca del mediodía entré a la oficina y pregunté por mi marido, que no estaba; entonces le dije a la secretaria que me gustaría ver al señor Carlos (pongámosle este nombre). A los pocos minutos Carlos me hizo pasar a su oficina. Carlos es un hombre de más o menos 60 años, un poco barrigón y pelado, no más de un metro sesenta de altura, no muy cortés, al que le gusta tener lindas secretarias (aunque tengan más aire que cerebro en la cabeza); se cree que se las sabe todas, que todas las mujeres son potenciales putas. Por último, es bastante hijodeputa en su trato con los que considera inferiores a él. Le dije que, ya que había pasado a buscar a mi marido y no lo encontré, quise saludarlo, pues no lo había hecho para Navidad. Su mirada pasaba de mis ojos, mientras hablábamos, mis tetas… Me preguntó cómo nos había ido en las vacaciones; le contesté que bien, pero que a mi marido lo notaba preocupado, especialmente por el ...