-
Mi tercera infidelidad
Fecha: 19/10/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Daniella de BA, Fuente: CuentoRelatos
... cosa que una putita mal cogida. Por supuesto que no era momento para refutarle lo de mal cogida, así que lo dejé pasar. En ese momento sonó mi celular, que lo había dejado sobre la mesita; de un vistazo veo que el numero de la llamada entrante corresponde al celular de mi marido. “Es mi marido… atiendo un momento…”. Carlos no quiso que atendiese, pero igual lo hice. “Hola, cómo estás…” dije mientras continuaba cabalgando a Carlos, “… pasé por la oficina y no estabas…”. Carlos pareció asombrado porque cabalgaba y hablaba por celular al mismo tiempo. “… como no te encontré, salí a caminar un rato y a ver vidrieras en el shopping…”. Me bajé de Carlos y me puse en cuatro patas, le hice señas que se moviera y me diera por atrás. Él se empezó a excitar con la situación: yo hablaba con mi marido y él me estaba cogiendo. “… no, no… no me compré nada…”. Carlos me agarró de las caderas y me la metió hasta el fondo de mi húmeda y caliente concha. “… no… voy a llegar mas tarde a casa…” Carlos bombeaba su verga, sacándola casi por completo y volviéndola a meter, yo movía las caderas acompañándolo. “¿Para qué querés saber donde estoy?… ya te lo dije… en el shopping…” Yo oía la respiración jadeante de Carlos y noté que estaba por terminar, como a mí me faltaba algo de tiempo aún, apoyé la cabeza contra la almohada, con una mano sostenía el celular y con la ...
... otra me frotaba el clítoris. “¿No me crees?… bueno… te confieso la verdad… estoy encamada con un conocido. Cuando acabe voy para casa…”. Carlos casi se muere del susto cuando oyó esto. “Bueno… un beso… yo también te amo… chau”. Carlos me miró con ojos interrogantes. “No pasa nada… es un juego entre nosotros dos… ¡¡dale seguí que no sabe nada!!”. Terminó enseguida… yo aún no había acabado. Nos acostamos los dos sobre la cama y dejé que Carlos se relajara. Comencé a jugar con su pito dormido, pero no hubo caso, no se despertó, de manera que yo me quedé caliente. “Muy bueno, espectacular… ¿acabaste bien?…” ¿Qué podía contestarle? “Hacía tiempo que no terminaba así… gracias!…”, le mentí con mi mejor cara de satisfacción (fingida, por supuesto). Carlos me dejó cerca de casa. Después de la cena, lo agarré a mi marido en la cama para que me sacara toda la calentura que me había quedado desde la tarde. A él lo excité contándole, como si fuera una invención mía, que me había cogido a un viejito conocido, medio asqueroso, por cierto, pero que de ninguna cogía como él. Dos días más tarde, mi marido llegó contento a casa y me contó que le habían dado un pequeño aumento de sueldo. “Parece que don Carlos tan sorete no es…”, dijo un poco extrañado por tanta generosidad. Por lo pronto, la semana que viene me daré otra vuelta por la oficina de mi marido.