1. Mi tercera infidelidad


    Fecha: 19/10/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Daniella de BA, Fuente: CuentoRelatos

    ... trabajo… el tipo, no decía mucho, asentía con la cabeza y decía algunas frases comunes sobre la situación del país.
    
    Le seguí comentando que yo también estaba un poco preocupada por cómo estaba mi marido pues algunas cosas personales no andaban del todo bien… mientras lo decía, dejé caer mi bolso al piso, entonces me levanté de la silla y me agaché para mostrarle un poco mi traste… me senté nuevamente (Carlos ya me miraba más atentamente y se refregaba las manos).
    
    “¿Si?… me imaginaba que todo andaba bien entre ustedes dos –dijo– creí que eran la pareja ideal”.
    
    “Si… si… claro… pero… no sé cómo decirlo… pero, bue… mi marido siempre dice que Ud. es como un padre para él… así que creo que no va a haber problema si le hago una pequeña confesión” mentí yo, sabiendo que tiraba el anzuelo y el pescado lo iba a morder.
    
    “Resulta que con todo estas angustias que le genera saber que habrá una reestructuración en la empresa… bueno… ya no funciona como antes… me entiende, ¿no?”.
    
    El viejo se hacía el que no comprendía, y me alentó a ser más explicativa.
    
    “Bueno… no es fácil contarlo… pero es que desde hace unas semanas… bueno… con mi marido no pasa nada en la cama…”, al tiempo que lo decía, bajé la vista como si tuviera vergüenza de lo que contaba y lamentaba no saber cómo hacer para fingir un rubor.
    
    El viejo se adelantó y apoyó sus codos en el escritorio.
    
    “No sabía que tu marido estaba tan mal…”, dijo, “… no debe ser fácil, ¿no?”.
    
    “Imagínese…”, continué yo, ...
    ... “… siempre tuvimos una vida sexual muy activa… y ahora esto… y todo por el temor de perder el trabajo…”, y como hablando a mi misma, “… haría cualquier cosa para que no se quede sin trabajo” suspiré. Entonces pensé, que si con esto no se da cuenta, no sé qué más insinuarle.
    
    El viejo se acercó a mí, me puso una mano en mi brazo y en tono meloso me aseguró:
    
    “No se preocupe… ya veremos que podemos hacer por su marido”, y agregó: “¿te puedo tutear?”
    
    “Claro que si… cómo no me vas a tutear”.
    
    Me levanté de la silla.
    
    “Ahora me siento mejor, más tranquila…”, le dije sonriéndole, y agregué en tono de complicidad: “… ya tengo telas de arañas entre las piernas…”.
    
    Apenas terminé de decirlo y me arrepentí, me di cuenta que había ido, quizás, demasiado lejos, parecía demasiado evidente que me regalaba; por suerte para mí, Carlos estaba más que caliente; se acercó a mí, hasta que su barriga tocó mi vientre y me susurró al oído:
    
    “Quizás te pueda ayudar… tengo un buen “cepillo” para sacarle el polvo…”.
    
    Emití una risita tonta y confesé. “… mal no me vendría…”.
    
    Enseguida sentí su mano ancha, de dedos gruesos y callosos, apoyada sobre el pantalón y que me frotaba el Monte de Venus. Uno de sus dedos empujaba contra la tela y se metió ligeramente entre los labios entreabiertos junto con las telas del pantalón y la bombacha y forzó un poco más la entrada, la costura del pantalón cedió y el dedo me penetró junto con la tela de la bombacha; no pude evitar un suspiro de ...