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Malas elecciones …
Fecha: 21/10/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Peter28, Fuente: TodoRelatos
MALAS ELECCIONES Mi nombre es Tereza, y lo que voy a contar no es una historia bonita. Pero es real. Por ello cambié nombres y detalles para proteger a quienes todavía respiran bajo el peso de la culpa. Colombia Mis padres se conocieron en la Universidad Nacional de Medellín a mediados de los 90. Mi madre, Cristina, estudiaba Derecho. Era bajita, de piel morena con ese brillo cálido de la tierra húmeda después de la lluvia, curvas generosas y unos ojos ámbar que podían parecer dulces o peligrosos dependiendo de su humor. Mi padre, Darío, estaba en Ingeniería Eléctrica. Alto, hombros anchos, cabello castaño rizado y unos ojos verdes que, según mi madre, “podían convencer a cualquiera de cualquier cosa”. Su primer encuentro fue accidental, como suelen ser las historias que luego marcan vidas. Ella salía de la biblioteca cargando más libros de los que podía manejar. Él venía apurado con una carpeta bajo el brazo. Chocaron, y los papeles volaron por el pasillo como hojas secas en un vendaval. —Perdón —dijo él, agachándose para recoger los libros—. Déjame ayudarte. Cristina lo miró sin sonreír, evaluándolo. Era la época en que los hombres pensaban que un cumplido mal puesto podía abrir puertas, pero él no dijo nada más. Se limitó a ordenar los libros, uno encima del otro, y a entregárselos con cuidado. Ese gesto silencioso fue la primera grieta por donde entró la curiosidad. Semanas después coincidieron en una fiesta universitaria. Esta vez él se presentó ...
... como Darío, hijo de un ingeniero retirado y una maestra. Ella dijo su nombre y que su madre era enfermera y su padre albañil. Bailaron estrellitas y duendes de Juan Luis Guerra, y mi madre, que siempre fue reservada, no se dio cuenta de que ya estaba sonriendo como una tonta enamorada. La relación creció rápido. Paseos por el campus, cafés en la esquina, tardes enteras de estudio que terminaban en charlas sobre sueños. Cristina decía que quería recorrer Europa; Darío hablaba de construir algo grande, no solo una carrera sino una vida. Al graduarse, él le propuso matrimonio en un parque al atardecer. No había anillo caro, solo un par de manos temblorosas y una promesa que entonces parecía eterna. Ella no dudó, aceptó. – El sueño europeo Se casaron en una ceremonia sencilla. Meses después, Cristina quedó embarazada. Era yo. La noticia no fue planeada, pero la recibieron como si el mundo se hubiera vuelto más grande. Para mi madre, sin embargo, la idea de quedarse en Colombia para siempre no encajaba. Seguía hablando de Europa, de calles empedradas, estilo de vida y museos infinitos. Fue ella quien, una noche de verano, le dijo a mi padre: —Darío… si no lo intentamos ahora, no lo intentaremos nunca. Él no discutió. Convalidó el título y envió currículum a varias empresas en España, Francia y Alemania. Mi madre también intentó convalidar el título, pero al ser abogacía le fue denegada. La respuesta llegó un martes por la mañana: una compañía eléctrica de Lugo, ...