Malas elecciones … - Relatos Eróticos

Malas elecciones …

... de control, el cual duplicaba la pantalla en tiempo real en su ordenador. Así cuando su madre entrara en el, él vería todo su contenido.

Encendió su ordenador y, sin decir nada más, le mostró la pantalla su hermana, era la sesión de Tere en tiempo real. Abría y cerraba correos, respondía mensajes… y entonces, lo vieron.

Conversaciones con un Jaime. Su jefe. Mensajes de tono íntimo, planes para verse en casas modelo de la constructora, y otras veces en hoteles discretos. Horas de conversación digital donde se contaban secretos, se enviaban frases que no dejaban lugar a dudas sobre su relación.

Pablo hacía capturas de pantalla, organizándolas en carpetas con fechas y horas.

Pero días después vieron uno de los chats, mi madre le decía:

“La semana que viene le diré a Darío que tengo un curso en Barcelona, toda la semana. Necesito que me acompañes. Es terrible. Lo cambió todo… Estoy embarazada Jayme. Lo peor es que no sé de quién es..

Coño me dijistes que no podías tener hijos

Pensé que a mis 44 ya no tendría, pero no fue así.

tienes que ayudarme, no puedo entrar a esa clínica sola, tengo dolor y miedo.”

Sentí que el estómago se me encogía.

Pablo, con la voz fría de quien intenta mantenerse objetivo, murmuró:

—Esto ya no es solo una aventura, Tere. Esto es… otra vida que ella está decidiendo a espaldas de todos.

Yo no podía apartar la vista de la pantalla. Era como mirar un accidente a cámara lenta: sabías que iba a destrozar todo, pero no ...

... podías dejar de verlo.

Pablo que siempre defendió a mamá intervino. Debemos decírselo a papá. Y lo hicimos

Una semana después, domingo de cumpleaños y barbacoas

El día amaneció extraño. No llovía, pero el cielo estaba cubierto por un velo gris que aplastaba los colores de todo lo que tocaba. Desde mi ventana veía el jardín trasero, donde mi padre había colocado desde la noche anterior la parrilla grande, el saco de carbón y una mesa auxiliar con utensilios.

Era el cumpleaños número 45 de Darío, y la tradición era hacer una barbacoa familiar. Con amigos. Desde que yo tenía memoria, ese día era ruidoso: vecinos, amigos, la llamada de los familiares desde Colombia etc , acompañado de las cervezas, del olor a carne asada y música de fondo. Pero esa vez, el ambiente estaba raro.

No porque hubiera pasado algo concreto esa mañana, sino porque desde hacía unos días, después de que Pablo y yo descubriéramos los chats y las capturas de pantalla de mamá con Jaime, todo se sentía falso.

Yo estaba sentada en la cama, con el portátil en las piernas. En la pantalla, la carpeta con las conversaciones descargadas desde el ordenador de mamá parecía pesar más que el propio equipo. Pablo estaba abajo, en la cocina, fingiendo que ayudaba a mi padre a cortar las verduras, pero en realidad, como yo, estaba estudiando cada gesto de ella.

Ya todos éramos concientes, incluso mi padre que para mi sorpresa actuó con una normalidad abrumadora.

Las primeras señales

Cristina bajó ...