La verdad sobre Ester - Relatos Eróticos

La verdad sobre Ester

... intenciones de Esther no son buenas. Ella tiene papeles que me comprometen, es socia de la clínica, aunque eso ya lo he arreglado con los que trabajan conmigo.

»Pero ese no es el problema. No sé si leyendo esto se dejará convencer para deshacer nuestro compromiso.

—Es difícil, sí —reconoció Pedro. Entregó el dossier a Raquel—. Léelo. Te afecta directamente.

Raquel lo leyó en silencio.

—¿No podemos llevar esto a la policía? —-preguntó Raquel.

—Lo he pensado, pero solo son copias de correos. Y ni siquiera puedo confesar como las he conseguido. Además si la denunciamos tu madre y yo también acabáremos en la cárcel.

—Pero… siempre nos has dicho que hasta los dieciocho no teníamos que hacer nada con ella. Y ella no podía hacernos nada.

—Sí, ese es el acuerdo, pero ya has leído como amenaza con privarte de manos y pies, e incluso con matarte en la mesa de operaciones, si no autorizo que le quite uno de sus riñones a Pepi.

»Y, por otro lado, solo para hacernos daño a nosotros, te quiere amputar una mano, en el mejor de los casos. Y ya sabes cómo tiene a sus otros sumisos. Y como ves quiere que tú o tu hermana Laurita os convirtáis en sumisas a tiempo completo de ella. Así que olvídate de estudiar medicina si nos quedamos en Cambrils.

—No entendía porque teníamos que dejar amistades, casa… todo. Ahora lo sé. Y sé que es correcto hacerlo, lo que no sé es si podremos.

—Seguro —replicó Pedro—, contad con mi apoyo, pero eso tiene un precio. Y no me refiero ...

... al coste de dejar atrás Vuestra vida y bienes. —Sacó un pendrive—. Esto es para que lo leáis con tranquilidad. Al menos vosotros cuatro. Pepi no sé si lo comprenderá. Todavía tardaremos un par de años en tener el complejo. Y meses en tener un lugar dónde nuestra investigadora pueda trabajar. Laura y tú la ayudaréis. Y sé que no os gustará lo que tendréis que hacer. A mí tampoco me gusta que lo haga, pero me ha convencido de que es el único modo.

—Mi hermana y yo también queremos estudiar medicina —intervino Raquel—. Si hay que hacer algo participaremos.

—Primero estudiar —replicó Pedro—. Por supuesto tomaré vuestro virgo, al menos el tuyo y el de tu hermana Laurita. De Pepi ya veremos si yo o mi hijo. —Se giró hacia Carlos—. Y por supuesto me follaré a Laura. Y mi hijo seguramente a ambos. Pero eso lo tienes más explicado en la parte que dice «Comunidad».

»Y no solo hablamos de sexo, sino de entrega. Pero en vuestro caso hay algo más: los cinco seréis míos, completamente, y de mi hijo cuando yo ya no pueda.

—No necesito leer nada —contestó Raquel—, después del informe leído. Soy suya, si me mantiene entera.

—¿Seguro? —replicó Pedro—. ¿Y si te pidiera que te desnudaras y me sirvieras de retrete?

Raquel bajó las manos de la mesa y poco después dejó su falda encima de la mesa.

—No llevo tanga, porque mi padre dice que usted prefiere que las mujeres no lleven ropa interior. Si quiere me quito el top y me arrodillo aquí.

—No —replicó Pedro—. Ponte de nuevo ...