1. El vuelo de regreso no fue lo único que subió (1)


    Fecha: 29/10/2025, Categorías: Infidelidad Autor: Alma Carrizo, Fuente: CuentoRelatos

    ... garganta.
    
    Llegué a casa con una noticia que sabía que cambiaría todo. Mi familia me recibió con euforia, conscientes de que este éxito era el fruto de años de sacrificio y esfuerzo en mi empresa. Cenamos lasaña, brindamos con helado de postre y, después de acostar a mi hijo, decidí que la noche no terminaría ahí.
    
    Me preparé con esmero: lencería negra de encaje, medias translúcidas conectadas a tirantes, un corpiño que apenas contenía mis curvas y una tanga que acentuaba mis formas. Al salir del baño, mi esposo ya estaba en la cama, y al verme, esbozó una sonrisa entre sorprendido y divertido.
    
    —Jajaja, ¿qué haces, cariño? —preguntó, aunque sus ojos ya delataban interés.
    
    —Quiero que esta noche sea inolvidable —susurré, acercándome con lentitud, deslizando mis manos sobre su pecho.
    
    —Mi amor, estoy un poco cansado —mintió, mientras sus dedos trazaban círculos en mi cadera.
    
    —Relájate… yo me ocupo de todo.
    
    Encendí una música sensual, apenas audible, y me coloqué frente al televisor, donde la tenue luz de las lámparas laterales dibujaba sombras seductoras sobre mi piel. Comencé a moverme al ritmo de la melodía, balanceando mis caderas, deslizándome hacia él como una pantera hacia su presa.
    
    —Shhh… esto no es lo mejor, papi —murmuré antes de sellar sus labios con un beso ardiente.
    
    Mis labios descendieron por su cuello, su pecho, hasta llegar a su abdomen. Con movimientos deliberadamente lentos, le quité el pantalón, disfrutando de cómo su cuerpo respondía ...
    ... a cada caricia. Cuando por fin liberé su erección, lo miré a los ojos y sonreí.
    
    —Vamos a probar algo nuevo, mi amor.
    
    Era mi primera vez haciéndolo así, pero la literatura erótica y aquellas noches de fantasía me habían dado ideas. Comencé con besos suaves en la punta, luego deslicé mis labios hasta tomar la mitad de su longitud, mientras mis dedos acariciaban sus testículos. La recompensa fue un gemido gutural, y su mano en mi nuca, guiándome con más firmeza.
    
    —No sabes cuánto esperé esto —gruñó, arqueándose bajo mi boca.
    
    Alterné entre succiones profundas y lamidas juguetonas, explorando cada centímetro de su piel. Cuando finalmente me aparté, él me miró con ojos oscuros de deseo.
    
    —Es mi turno, bebé.
    
    Me tumbó sobre la cama y, con una paciencia exasperante, recorrió mi cuerpo con besos y mordiscos. Su lengua encontró su objetivo, y no tardé en gemir, aferrándome a las sábanas mientras las olas de placer me sacudían.
    
    —¡Aaah, sí, amor! ¡Qué rico!
    
    La penetración llegó después, intensa pero breve. No fue la mejor noche, pero probamos cosas nuevas, y eso bastó para encenderlo. Aunque, como siempre después de sus viajes de trabajo, el cansancio lo venció demasiado pronto.
    
    A la mañana siguiente, los nervios se apoderaron de mí mientras empacaba. Esta reunión en Washington no era como las otras: era el salto de una empresa pequeña a algo mucho mayor.
    
    El hotel era lujoso, con una habitación digna de una reina: cama king size, decoración elegante y vistas ...
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