1. Me abrí de piernas por un libro


    Fecha: 29/10/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Stephania, Fuente: TodoRelatos

    ... no allí, sino en Valencia, no más de tres semanas más tarde, casi al final de septiembre cuando todavía hacía calor, me encontraba disfrutando de una maravillosa tarde sentada en una terraza tomando una horchata bien fría junto a la playa de la malvarrosa leyendo un libro con mi vestido corto de flores y zapatillas blancas, me encantaba ese sitio, una terraza ideal para pasar una tarde tranquila leyendo, observando a la gente pasear, me encantaba ver a los abuelitos cogidos de la mano, con miradas de complicidad en sus ojos después de tantos años juntos, me encantaba imaginar sus vidas cuando observe como un hombre de mediana edad, aproximadamente de 56 años no me quitaba ojo, me miraba fijamente mis pechos a pesar de estar al abrigo del vestido, pero mis piernas y mis muslos no, a pesar de estar sentada con las piernas cruzadas, realmente al principio no me importaba, estaba acostumbrada a que los hombres me miraran, pero era tanto la insistencia que me empecé a poner nerviosa.
    
    Era un hombre guapo, pelo y barba canosa, llevaba unas gafas redondas con unos ojos penetrantes de color azul, alto y fuerte con un pantalón corto muy ancho y una camisa blanca prácticamente desabrochada dejando ver el vello de su pecho, tomaba un café y tenía encima de la mesa varios periódicos y un par de libros, su lectura paso a un segundo plano ya solo me miraba, hacía que leía y de vez en cuando me observaba de reojo y cuando levanté mis ojos miré y ya no estaba, se había levantado, volvía a ...
    ... estar sola con mi horchata y mi lectura o eso pensaba yo.
    
    -Buenas tardes, señorita.
    
    Aquel hombre se dirigía a mí por mi espalda, tras saludarme y presentarse me pidió permiso para sentarse a mi lado, aquel hombre la verdad que me intrigaba, lo recordaba de algo, pero no sabía de qué e intuía que estaba a punto de descubrirlo como así fue, empezamos hablar, a darme pistas de que nos conocíamos y entonces caí en la cuenta, para mí en aquel entonces no era más que un pescador, aquel hombre que durante dos semanas me crucé en aquella cala siempre con una caña de pescar en la mano, cada vez que bajaba y subía por el camino él estaba allí con su moto, nunca le di importancia, pero averigüe por fin que era el quien me observaba, quien miraba y deseaba mi cuerpo, me lo iba contando con todo detalle, pero con mucha educación, sin pretender ser grosero ni mal educado en ningún momento.
    
    La verdad que era un hombre que tenía una conversación muy extensa, muy agradable y muy culto, me contó que era dueño de una pequeña librería de libros antiguos, de donde presumía de tener un incunable y a partir de ese momento la conversación solo se enfocó en aquel libro que me parecía increíble que tuviera, tanto que a la media hora estaba nerviosa como una adolescente que espera su primer beso, esperaba delante de la puerta de su librería a que abriera solo para mí para observar aquella joya, un libro con grabados medievales, abierto por la mitad y metido en una campana de cristal con todo ...
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