1. Soy un Pringado - Los chavales del cine I


    Fecha: 04/11/2025, Categorías: Gays Autor: Zorragay, Fuente: TodoRelatos

    ... los cubículos cerrados para que nadie me vea, además de para poder mear senrado, ya que por mi condición mear de pie es conplicado, pero estoy desesperado.
    
    Corro a los urinarios, me saco el micropene y, con las puntas de los dedos de ambas manos, intento mear de pie. Es difícil; normalmente lo hago sentado, porque si no, el chorro puede salir en cualquier dirección.
    
    “Bueno, loco, te bancaste el pestazo de mis patas toda la peli sin chistar, ¿eh? Y eso que las zapas eran nuevas, imaginate si no", suelta el chaval alto con tono soberbio de nuevo, mirándome fijo con una sonrisa de dientes perfectos y sus ojos verdes clavados en mis ojos azules. Está en el urinario a mi derecha, desabrochándose los pantalones.
    
    Se me corta el chorro al instante.
    
    Él en cambio se saca con seguridad su polla y sus huevos, y mea casi sin tocársela, solo para descapullársela. Su pene es gordo, largo, colgante, con unos huevos grandes y bien formados. Es enorme, sin depilar, aunque recortado, con un aire poderoso.
    
    Me quedo mirando cómo mea.
    
    Mi micropene, en cambio, no mea. Se pone duro otra vez (5 cm, apenas se nota), y empieza a gotear líquido preseminal, formando un hilo entre la punta y el urinario.
    
    “No, no, no olía tan mal, tío. No pasa nada, jeje”, digo, intentando quitarle importancia, quedando como un pelele al admitir implícitamente que sí olía mal y que me he aguantado el pestazo de sus patas casi adolescentes.
    
    Me lo guardo sin mear, desviando la mirada de su enorme ...
    ... pene. Estoy nervioso y quiero desaparecer. Me lavo las manos rápido, pero él me sigue con naturalidad, sin lavarse las suyas, el muy cerdo.
    
    “Loco, mis compas y yo vamos a fumarnos unos verdes en el parking. Venite y charlamos de la peli con un fan de verdad, ¿eh?”, me dice, dándome una palmada en el hombro, con esa mano que hace segundos sacudía su rabo después de mear y que no se ha lavado, además me agarra suave por la nuca, como marcando territorio.
    
    "Eh, bueno, vale”, respondo, casi sin voz, con ansiedad y sintiendome pequeño de nuevo, pese a que yo mido 185, y casi le igualo en altura, me siento un enano.
    
    Nunca he fumado porros; era algo que hacían mis acosadores en el instituto, sin incluirme. Pero por algún motivo he sido incapaz de rechazar la invitación.
    
    “Mira, yo soy Mauro, y estos son mis compas Jonathan y Camión”, —suelta Mauro con tono relajado, pero siempre con ese aire de superioridad.
    
    "¿Camión?”, pienso, qué nombre más extraño.
    
    “Sí, hermano, Camión, pero no es por lo puto gordo que está, jajaja, sino porque la tiene como camión el tío”, dice el de 1,80, Jonathan, riendo.
    
    Jonathan parece el más extrovertido, más fuerte que Mauro, quien es delgado, además tiene un estilo de barrio. En el cine, Jonathan fue el que soltó los comentarios más ofensivos, seguramente para que los oyera. Pero ahora que Mauro me ha invitado, parece majo, aunque sigue tratándome con altivez.
    
    Me presento como Miguel. Y mientras caminamos, hablamos de mi trabajo y de que ...
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