1. Soy un Pringado - Los chavales del cine I


    Fecha: 04/11/2025, Categorías: Gays Autor: Zorragay, Fuente: TodoRelatos

    ... Jony, vení y tirale tu meada, dale”, ordena Mauro, con una risa pícara.
    
    “¿Qué dices bro? Jaja, yo estaba de coña", responde Jonathan.
    
    "Sí, méale, boludo. Este se quedó mirando mi pija en el baño, a este pringado le copa eso, seguro”, insiste Mauro, con tono de cabrón que sabe que tiene la sartén por el mango.
    
    "No, tío, yo quiero agua”, insisto.
    
    “Venga, hermano, pues a tragar mi meada, jajaj”, dice Jonathan descojonándose.
    
    “No, tío, por favor no me hagáis eso", los fantasmas de mis humillaciones en el instituto vuelven, va a pasar de nuevo, de hecho peor, ninguno de mis acosadores se mearon en mi, si en mis cosas, si me escupieron en la cara, pero jamás esto.
    
    "Abrí la boca, pedazo de puto, ahora”, me ordena Mauro, con una mirada que no deja lugar a réplica.
    
    Abro la boca. El mareo se me está pasando, pero es verdad lo que dice Mauro, en el baño me quedé embobado mirando su pene.
    
    Jonathan se saca su polla, no tan larga como la de Mauro, pero circuncidada, con un capullo enorme comparado con el tronco y unos huevos gordos, pegados a su pene, sin colgar.
    
    Bajo la luz tenue del parking, puedo ver mejor su cara, que me mira desde arriba, un chaval casi adolescente, con ese aire de barrio español, piel morena, ojos marrones intensos que brillan con una mezcla de desafío y burla, y un piercing plateado en la ceja izquierda que le da un toque rebelde. Su pelo corto, oscuro y desordenado, parece gritar que no le importa lo que piensen los demás.
    
    No me ...
    ... gusta, pero me atrae su visión. Es un pene de verdad, como el de Mauro, y no como el mío. Sigo con la boca abierta, no sé por qué lo hago.
    
    Me da asco, me doy asco, pero Mauro me lo ha ordenado, y siento que es mi lugar, aquí, en el suelo de un parking, esperando que un chaval se mee en mi boca.
    
    "Tragá, tremendo puto, que no se te escape ni una gota del meo de mi compa”, me dice Mauro, con tono autoritario y una sonrisa de superioridad, mientras se apoya contra el coche, terminando su porro, y como si disfrutara del espectáculo.
    
    Jonathan empieza a mear directamente en mi boca. El sabor es asqueroso. A la primera gota, el mareo se me pasa por completo. Estoy algo colocado, pero consciente de lo que hago.
    
    Miro hacia arriba, y los ojos marrones de Jonathan me atraviesan, con esa chispa de chulería que me recuerda a los matones del instituto. Su piercing brilla bajo la luz de una farola lejana, y su sonrisa parece decir que sabe exactamente el poder que tiene sobre mí en este momento.
    
    El chorro sigue, caliente y amargo, y yo trago sin parar, aguantando cada arcada, atrapado en una mezcla de humillación y algo que no entiendo, algo que me mantiene clavado al suelo. El olor del parking, una mezcla de asfalto húmedo y hierba, la colonia de esos chavales, se mezcla con el sabor que me inunda, y no me muevo, no protesto.
    
    Camión, desde un lado, suelta una risa baja, casi como un gruñido, mientras Mauro me observa con esos ojos verdes que parecen atravesarme, evaluando cada ...
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