-
Entrevistando hombres
Fecha: 05/11/2025, Categorías: Hetero Intercambios Sexo con Maduras Autor: Ericl, Fuente: SexoSinTabues30
Un día como cualquier otro, mis papis me llamaron a una reunión familiar. La verdad, me espanté porque pensé que se trataba de un tema muy serio para que nos juntáramos todos. Pero no fue así; resultó ser una noticia mitad buena, mitad mala. —Hola, hijos —dijeron mis papis al comenzar—. El motivo por el que los llamamos es para proponerles un juego… Me miré entre ellos, sin saber qué esperar, pero pronto entendí que no era cualquier juego. Ambos nos dijeron que yo ya había alcanzado la edad en la que me debía hacer una mujercita y querían que yo eligiera a alguien, alguien especial que entraría en mis planes. Las tardes de pronto se convirtieron en cotidianas entrevistas a diferentes hombres que uno a uno pasaba por mi habitación, no se de donde salían, supongo que todos eran amigos de mi papi y mi mami. Cada tarde me sentaba emocionada, evaluando con cuidado a los candidatos. Les contaba a mis papis cómo era cada uno: sus gestos, su forma de hablar, sus maneras. Por supuesto, descartaba a los demasiado formales, porque eso no iba conmigo. Poco a poco, fui armando una lista con los mejores ejemplares, los que más me llamaban la atención y que, sin duda, serían parte de esta aventura que apenas comenzaba. Usaba una libreta vieja, forrada con calcomanías de gatitos y algunas frases motivacionales, donde iba anotando cada detalle: si saludaban con seguridad, si tenían voz firme, como me miraban, si reían fácil. Ya tenía varias páginas llenas, pero hubo uno en ...
... particular que me hizo detenerme. Era un chico de sonrisa tímida, con una cicatriz pequeña cerca de la ceja. Se había sentado en una banca frente a mi tocador, tímido, como esperando ser descubierto. Después de algunas preguntas rutinarias que había preparado y que le había hecho a los demás, me acerqué con mi mejor sonrisa, cuidando no parecer muy intensa, y fingiendo casualidad, le pregunté: —¿Es tu primera entrevista? Él alzó la vista, sorprendido, como si no esperara tanta cercanía. —¿Entrevista? —respondió, rascándose la nuca—. ¿Contigo? sí. Me reí un poco. Ya eso me gustaba: era honesto, no se hacía el interesante. Me senté en sus piernas y abrí mi libreta. Retomé con las preguntas básicas: nombre completo, edad, qué le gustaba hacer los fines de semana, si sabía cocinar, si había llorado viendo alguna película. Él respondía todo sin vergüenza, miraba mucho mi boca. —¿Sabes? —me dijo de repente, mientras yo anotaba—. Esto está raro, pero es divertido. Nunca nadie me había hecho tantas preguntas. Me hace sentir… importante. Eso me tocó. Lo miré fijamente, y supe que lo había encontrado: él era el elegido para esta primera historia. Había algo en su forma de hablar, de mirar, de quedarse en silencio cuando no sabía qué decir, que me pareció tan real, tan distinto a los demás. Terminamos la entrevista con un pequeño beso improvisado —no planeado, apenas un roce, como si ambos hubiéramos pensado lo mismo al mismo tiempo—, y él, quizás sin pensarlo mucho, me ...