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Verano, bicicleta, maduro, twink: cóctel explosivo
Fecha: 07/11/2025, Categorías: Gays Autor: Klaus, Fuente: TodoRelatos
Salir a montar en bicicleta temprano forma parte de mis vacaciones. A ser posible, al amanecer, para poder volver antes de que el calor apriete de verdad. Además, me encuentro las calles y las carreteras para mí solo, y no digamos los caminos y las pistas forestales por las que me gusta más ir. Por una de esas iba yo con mi bici, disfrutando de los sonidos del amanecer, cuando en la cuneta en una curva vi otro ciclista de pie manipulando su bicicleta. Pensé que habría pinchado. Cuando llegué a su lado me paré. - ¿Algún problema? –se sobresaltó, no me había oído llegar. - Sí… esto… –dijo señalando su bici- se atascó… Dejé la mía en el suelo y me acerqué. Era un chaval alto, delgado en su maillot ajustado; así a ojo no llegaría a los veinte, a pesar de que el casco y las gafas de sol no dejaban verle mucho, una cara lampiña o muy bien afeitada, mandíbula marcada. Miraba la bici con cara de impotencia y gesto de enfado, parecía a punto de liarse a golpes con ella. Miré y en efecto parece que la cadena estaba de alguna forma enganchada en el cambio trasero. - Pues sí que tienes una buena avería aquí, sí parece –dije. El reaccionó quitándose el casco con un gesto de enfado, dejando ver un pelo muy corto, moreno, casi rapado. No dijo nada, dejo caer el casco bruscamente, me pareció que iniciaba un sollozo. - Pero ¿te has caído? –pregunté, alarmado, y como si fuera su padre le puse la mano en el brazo mientras le miraba de arriba abajo por algún signo de ...
... golpe o raspadura- ¿te duele algo? - No, es que… –se le entrecortó la voz- todo me pasa a mí. - Ah –respondí aliviado en parte-, te duele la vida en general. La puta vida… pues no te queda. Anda, siéntate –le señalé una piedra-. Yo me llamo Julio, vamos a ver si te puedo ayudar con la bici, chaval. Se sentó. Se quitó las gafas de sol. No le pude ver los ojos porque se los tapaba con las manos. - Perdona la escena –dijo mientras contenía el llanto. Tan joven, tan frágil, tan delicado. - ¿Qué vas a hacer después de las vacaciones, que parece que tu futuro no te ilusiona mucho? -aventuré. - Estudiar –contestó-, que supongo que es para lo único que valgo. - Ya. Bueno, es posible. ¿Y qué vas a estudiar? –le alcancé un pañuelo de papel. - Medicina –se limpió los ojos con el guante. Se sonó los mocos. Le vi los ojos llorosos, muy oscuros. - Ah –repetí. Y mantuvimos el silencio por un momento, sólo se oían los pájaros. No pude evitarlo: puse tono de presentador dirigiéndome a un público inexistente que hubiera estado delante de nosotros, al otro lado del camino: “Señoras y señores: miren a un tipo al que todo le sale mal” –hice gesto de señalarle con las manos- “Se le estropeó la bicicleta, no folla, no tiene un puto duro y en su casa no le quieren. ¿Alguien se atreve a decir algo positivo de él?” Me di la vuelta y alcé la mano como si yo mismo me contestara y le miré, que me observaba, extrañado. Supongo que pensaría que estaba zumbado. “¡Yo!” ...