Verano, bicicleta, maduro, twink: cóctel explosivo - Relatos Eróticos

Verano, bicicleta, maduro, twink: cóctel explosivo

... –me contesté a mí mismo, estirando el brazo dando pequeños saltos, como quien desea que le señalen entre el público- “¡Yo, yo!. No tiene ni veinte años, está como un queso, ha sacado más de 13 en la PAU y va a ser médico”. “Así es”- continué otra vez como si fuera el presentador del concurso- “sabemos que el futuro no está escrito, pero si me permiten adivinarlo, el chaval tiene todas las herramientas para una vida fantástica, que tendrá que ir construyendo él… ¡Con todos ustedes…!?” y le señalé con las manos. Me miró confundido.

- (preséntate, chico) –le animé en bajito.

- Raúl –contestó.

- ¡Raúl! –dije en voz alta- ¡Ta chaaan!

Lo miré. Dejé de actuar-. Encantado, Raúl –y le alargué la mano. Me la estrechó.

- Te tendrás que ir tomando las cosas más a la ligera, hombre, y no a la tremenda -le aconsejé-. Cuando pasa un tiempo, la mayoría de las cosas pierden importancia.

- No sabía que con sólo mirarme se veía quién soy, como si me conocieras de antes -contestó-... que soy virgen, pobre como una rata y con una situación familiar difícil.

- Jaja -me reí-. Me tiré unos triples, aunque se podía deducir. Si tuvieras dinero, no te habría preocupado que se estropee la bici. Y si follaras mucho, estarías más contento, jaja.

Resultaba cómodo hablar con un chaval que podía ser mi hijo, que acababa de conocer, que iba a ser un colega y ahora parecía como si nos conociéramos de antes.

- No te preocupes por la virginidad... -seguí- menudo valor. Siglos siendo ...

... pecado perderla antes del matrimonio y ahora parece pecado no perderla lo antes posible. ¿Te agobia mucho?

- Un poco –dijo.

- Bueno, has elegido buen oficio -dije-. En el mundo sanitario, más de dos tercios son mujeres. Y si te van los tíos, en el tercio de los varones hay muchísimo gay.

- No lo tengo claro -confesó-. Es lo que pasa por no tener experiencia, supongo -añadió con un suspiro.

- Pues menos de lo que preocuparse -dije-. Así no tienes que pensar en qué bando juegas. Con ser tú ya irá surgiendo la cosa.

Se sonrió.

- Y ahora vamos a ver si tu bici tiene arreglo. Vamos, ¡saca la herramienta!... la de arreglar bicicletas, no la polla, claro -bromeé-, no te confundas.

Puso otra media sonrisa y cabeceó. Le ayudé a levantarse tirando de su mano.

- Creo que no llevo nada –dijo, abriendo la bolsita que colgaba bajo el sillín.

- Entiendo que la bici no será tuya, encima –dije mientras yo enarbolaba ya mi propia llave multiusos-. Esta es alquilada, pero yo echo la herramienta por si acaso. Vamos a darle la vuelta y lo miramos. A ver... sujeta aquí, probablemente nos mancharemos un poco... tiiira! Ya se ha soltado!

Mientras él sujetaba la bici yo miraba cuál era el problema: una de las ruedas por las que pasaba la cadena tenía mucha holgura y la cadena se podía salir con facilidad

- Mira, aquí está la pega -le enseñé, haciendo bailar el rodamiento-, cuando tiras mucho, de aquí salta. Y probablemente cuando cambies de marcha. Vamos a intentar ...