La Amante Inmortal II - Relatos Eróticos

La Amante Inmortal II

La Educación de Ninmah

Meania y Ninki habían evidentemente dormido en mi cuarto, pero ya estaban listas y ordenaron que trajeran el desayuno. Me sometieron a su ayuda para vestirme y peinarme. No quise oponerme porque en su trato había una mezcla de placer, sometimiento y miedo. Si, pude convencerlas de que me acompañasen en la colación.

No tuvimos una conversación muy animada, pero me confesaron a regañadientes que sería preparada para una gran ceremonia única, secreta y muy especial.

En los días siguientes fui cuidada entre cantos, perfumes y secretos. Conocí así a Kishar la Gran Sacerdotisa, la versión femenina de Nergal. Era una mujer exquisita, de una belleza deslumbrante y sobrehumana. Tenía un rostro armónico y proporcionado, sin imperfecciones, como si la hubieran esculpido en fino mármol. Sus ojos eran grandes y expresivos, capaces de hechizar a quienes la miraban. El cabello negro liso y brillante, una curiosidad en Sumeria, la hacía más pura. La melena caía hasta sus pechos firmes y turgentes que exponían una piel clara y luminosa, impecable, suave y radiante que contribuía a su aspecto etéreo. Todo sostenido por un cuerpo esbelto y grácil, elegante, proporcionado que gritaba sensualidad.

Kishar me recibió en su habitación para internarme en los secretos y ritos de Inanna Comprendí con ella que mi alma y mi cuerpo no eran lo mismo, y que era mi cuerpo el que debía de ceder. Me instruyó en el rito de la Diosa. Las ceremonias invocatorias de Inanna y de ...

... sumisión a su poder eran mayormente simbólicas, al menos para mí. Pero el sacrificio que ponía en contacto a los feligreses con la divinidad era algo totalmente distinto.

Para realizar el sacrificio el templo ofrecía los espacios individuales necesarios. El parroquiano que solicitaba permiso para ejecutarlo debía aportar un óbolo destinado a la diosa. A partir de ello el templo ponía a su disposición una sacerdotisa o sacerdote, según el caso para completar el ritual copulando con ellos. El rito no era diferente al de otras ciudades y diosas, aunque todas ellas estaban vinculadas a Inanna que por ejemplo en Babilonia se llamaba Ishtar.

La prolija y detallada explicación de Kishar no me sorprendió, pero sí me inquietó. Mis ojos delataron la conmoción de mi espíritu lo que puso en alerta a Kishar que de inmediato me preguntó con agudeza.

— Dime Ninmah, ¿has tenido alguna relación sexual?

— Bueno…No, la verdad es que no.

— Hija con semejante cuerpo yo creía que ya eras experta…

— Mi cuerpo me ha traído algunos problemas. Aunque ocultaba mis formas como podía siempre llamaba la atención. En varias oportunidades se me acercaron hombres y a veces mujeres…

— Y cómo resolviste esas situaciones?

— Las más corteses quedando como una estúpida por no saber cómo manejarlas. Las más violentas tuve suerte de poder resolverlas a los golpes. Muchas veces tomé la precaución de viajar armada.

— Te comprendo. Pero esas situaciones ya no serán un problema. El problema ...