1. El novio de mi madre


    Fecha: 08/11/2025, Categorías: Incesto Autor: Sarah Dafne, Fuente: CuentoRelatos

    ... abrazaba a ella, prieto, palpitante y adolorido. La sangre comenzó a cubrir el condón, mi estómago dolía, pero entre más dolor experimentaba, más me gustaba.
    
    Christian se acomodó, me apretó un pezón con una de sus manos y continuó introduciéndose en mí hasta que la mayor parte de su polla estuvo dentro.
    
    —Qué rica… Deliciosa… —comenzó a moverse, y si bien al principio el dolor me hizo llorar, pronto me fui acostumbrando.
    
    —Quiero montarte —le dije, tocándole el pecho duro.
    
    —Espera, es tu primera vez, te va a doler.
    
    —Yo quiero montarte.
    
    —Vale pues.
    
    Christian salió de mí, se acostó en mi cama, y vaya que sí era un hombrón, ya que debajo de él mi cama se veía pequeña. Me subí sobre su regazo, me dolía el coño y el estómago pero en lugar de molestarme y detenerme, el dolor me estaba excitando.
    
    —No te la metas —me dijo—, frótate contra mi cuerpo. Ven, yo te enseño.
    
    Me agarró de la cadera y me puso delante de su polla. A su vez, su verga me la recargó en las nalgas, frotándomela entre la división de mi colita. Sentí la textura del condón, como se arrugaba y se pegaba en mi piel.
    
    —Frota tu coñito aquí —tras chuparse el dedo pulgar de su mano, comenzó a frotarme el clítoris. Yo agarré su mano libre y me la llevé a una teta para que él me la apretara— ¿Estás bien, Sarah?
    
    —Bastante bien.
    
    —Buena chica… muy buena —dejó mi clítoris y me acarició el culo.
    
    Seguí frotándome contra su cuerpo, su verga seguía entre mis nalgas, rozándome el ano y ...
    ... provocándome una sensación bastante rica.
    
    —¿Te has masturbado, Sarah?
    
    —Sí, muchas veces.
    
    —Me gustaría verte algún día. Quiero ver cómo te mojas y ese coñito expulsa su orgasmo.
    
    —¿Esto te está gustando?
    
    —Mucho. Tu olor virgen es delicioso. Que gusto poder estrenarme ese coñito, retirarte la tapita.
    
    No supe si era la excitación lo que le hacía decir todo eso, pero entre más hablaba, más me gustaba. Su voz sonaba ronca, en sus manos se le remarcaron las venas y sus ojitos le brillaban.
    
    Intenté acercarme para darle un beso en la boca, esa boca que deseaba probar, pero no me lo permitió.
    
    —No, princesa, te besaré todo lo que quieras, menos los labios—me agarró del cabello y me atrajo hacia él, llenándome de besos y lengüetazos el cuello.
    
    —Siento que voy a correrme…. ¡Ah!… me corro… Qué rico… ¡Ah!…
    
    —Vamos, córrete para mí… Córrete en mí… —volvió a frotarme la campanita y entonces mi orgasmo explotó.
    
    Fue violento; me hizo gritar, gemir como una loca, me dejó tendida sobre él, sudada, adolorida.
    
    En cuanto se nos pasó el orgasmo, Christian se puso de pie, tomó su ropa y se retiró el sudor de la frente con su playera.
    
    —Cambia tu ropa de cama —señaló las manchas de sangre—. Y recuerda que esto es un secreto.
    
    Entonces se fue y yo me quedé así, desnuda y con su aroma todavía en mis recuerdos.
    
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    Tuvimos solo dos veces sexo antes de que me fuera a la universidad. Duró tres años más con mi madre hasta que se separaron, después de eso nunca lo ...
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