Su última adquisición, Cap. 3 - Relatos Eróticos

Su última adquisición, Cap. 3

... la ardiente ferocidad de sus ojos. ¿Adónde iría este hombre con ella? ¿Sería capaz de seguirlo?

Justin observó la transformación de su esclava, preguntándose si había captado su interés y la esencia misma de su necesidad sumisa. Era una apuesta, pero le encantaba la apuesta y lo que estaba en juego si ganaba. Si perdía, podría deshacerse de ella como si fuera una mota de polvo. Sabía que le gustaría eso: tener historias que contar a sus amigas esclavas en internet. Volvería a aparecer en los archivos del Gremio como una esclava con más experiencia. De cualquier manera, no la lastimaría y no le afectaría a él. La conquista de sus necesidades más oscuras lo intrigaba. Nunca había entrado en una relación sólo por diversión, pero esta lo complacía especialmente, y mientras ella jugara el juego, él disfrutaría del placer sádico.

Sábado por la noche a las ocho

Pizza al final de la tarde conkari, cena con Emily a las ocho en Diadros Bar & Grill. Tras el evento con el Gremio y el cauteloso cambio dekari al final de la cita, cuando él le lanzó los anzuelos, Justin encontró en su esposa una forma delicada de deslizarse hacia la noche. Diadros siempre la ponía de humor para el buen sexo, justo lo que él esperaba. Se vestía bien, llegaba con algún escote pronunciado y ropa ceñida; nunca era vulgar. A él le parecía bien,kari era lo suficientemente vulgar para sus necesidades. Su esposa vestía con la misma clase que su mente elegante.

Justin la esperaba en su mesa en la ...

... esquina, donde su encuentro bimensual alimentaba un matrimonio curiosamente tenso: la idea de terapia de Emily. Ninguno de los dos era particularmente feliz, ni tampoco estaban descontentos. Su relación se había vuelto rutinaria varios años antes y Justin había invertido demasiado en el sadomasoquismo como para preocuparse por si su matrimonio estaba fracasando. Suponía que su esposa estaba razonablemente contenta, aunque a veces las suposiciones no son acertadas.

Se veía perfecta, su cabello pelirrojo brillaba a la luz de las velas; sus ojos color avellana brillaban y estaban emocionados. Quizás solo fuera su imaginación, pero Emily parecía diferente estos últimos días. Sin explicaciones.

No pudo identificar la diferencia, pero la notó de nuevo al verla caminar por el comedor hasta la mesa y sentarse. Llevaba un vestido azul verdoso, de corte elegante, que se ajustaba perfectamente a sus sensuales curvas. Si hubiera sido él quien lo hubiera elegido, le habría subido el dobladillo unos buenos cinco centímetros. Pero no le mencionó esas cosas a Emily. No era su esclava.

Observó sus pechos justo por encima del vestido, un suave movimiento. Ella notó su inspección.

"¿Te gusta?"

"¿Cómo no?"

Parecía complacida.

"¿Está pasando algo especial en tu vida? He notado alguna diferencia."

"¿En serio?" Negó con la cabeza, desconcertada. "No me imagino qué podría ser."

Su rostro estaba extrañamente sonrojado y la inspección de él la llenaba de curiosidad. Pero desistió y ...