1. Pelirroja... peligrosa (4ª parte)


    Fecha: 10/11/2025, Categorías: Hetero Autor: Schizoid, Fuente: CuentoRelatos

    Después de mi sesión de sexo con Silvia, y sin casi ni tiempo para comer, me largué de su casa a darme una ducha en mi piso, casi sin tiempo. Me marché con un beso muy largo, casi en pago por los estragos que había hecho en su trasero. Apenas podía andar, y se sentaba de lado con gestos evidentes de incomodidad. Me acompañó renqueando hasta la puerta.
    
    -Joooder… cómo me duele… me duele como si me lo hubiera quemado. -Las compresas frías la aliviaban, pero poco rato. Estaba vestida con una bata y sus braguitas. Cuando nos despedimos la acaricié un poco y le apreté una nalga, pero ella apenas sonrió. Sólo cuando la besé yo la abracé pidiéndole perdón y besando su pelo, la sentí temblar entre mis brazos y besarme el cuello.
    
    Abrí la tienda absolutamente derrengado. Me sentía un poco mareado, y me dolía un poco la cabeza. Lo que más me apetecía era dormir a pierna suelta una semana entera por lo menos. Afortunadamente era un día bastante tranquilo, uno de esos viernes por la tarde soporíferos. La tarde se desgranó, con parsimonia, hasta que llegó la hora del cierre, ya de noche. Mientras tomaba un café en el bar de al lado llamé a Silvia por el móvil.
    
    -Hola, Silvia.
    
    -Hola, C…
    
    -¿Te apetece salir un rato a dar una vuelta? -No es que me hiciera mucha ilusión salir con ella, además juro que esa noche no tenía nada de ganas de sexo. Notaba el nabo hirviendo, y me hacía daño hasta el roce del slip. Lo digo para que juzguen adecuadamente lo que ocurrió después.
    
    -Ufff… ...
    ... no… estoy bastante dolorida… no, prefiero quedarme en casa.
    
    No insistí más. La volví a pedir perdón, y me despedí. Así que era viernes, estaba agotado y encima no tenía a nadie para dar una vuelta, salvo que llamara a los colegas que sin duda me harían beber hasta caer al suelo. Salí del bar y de camino a casa paré en un chino a coger algo de cena. Y ¡caramba con quién me encuentro! ¡Nada menos que mi cuadrilla al completo, que iban a celebrar no sé qué y que me habían estado llamando a casa toda la mañana (mi móvil es de la empresa y no lo uso para cosas personales… bueno, aparte de la llamada a Silvia hace un rato)! No supe qué decirles y…
    
    A las seis de la mañana salíamos Nacho y yo de uno de los garitos de moda, con un pedal de aquí te espero, dando bandazos y diciéndonos mutuamente lo mucho que nos queríamos y que tú y yo, amigos de verdad. Nacho es un chaval grande… pero grande, grande. Medirá como un metro ochenta y cinco, y pesará ciento diez kilos por lo menos, pero ciento diez kilos de puro músculo. Tiene unos brazos como jamones, y la misma inteligencia que un jamón, también, no es por ser tópico, pero un chico un poco lento, … simpático, buena gente, pero cortito.
    
    De todas formas el chaval es cierto que llama la atención de esas chicas que se dejan impresionar por los musculitos, y gracias a ello yo, borracho perdido, estaba parloteando ahora en la puerta del local sin mucha coherencia con una chavalita rubia a la que se veía a la legua que estaba aburriendo ...
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