Capítulo VIII. Vergüenza y deseo - Relatos Eróticos

Capítulo VIII. Vergüenza y deseo

... especialmente trascendental. Solo estaban tumbados en la cama, después de haberse reído demasiado por alguna tontería. Elías se había acercado por detrás y lo abrazó, apretándolo contra su pecho, como si fuera lo más frágil del mundo.

—Te ves bien cuando te ries así —le había dicho al oído.

Iván lo había sentido de verdad. Fue un momento de intimidad brutal, sin piel expuesta, pero con toda la emoción al desnudo.

Gabriel era distinto. Más sereno, más contenido. Elías era fuego y precipicio. Gabriel era río. Y ambos, de algún modo, le habían mostrado partes suyas que no conocía.

Al llegar a casa, recibió una llamada de Dani.

—Tío, acabo de quemar las lentejas por ver vídeos de cocina en YouTube —fue lo primero que escuchó al descolgar.

Iván soltó una carcajada que no se había permitido en todo el día. Hablaron un buen rato sobre tonterías, anécdotas absurdas y planes que nunca concretarían.

Al final, cuando ya se despedían, Dani dijo con una voz más suave:

—Me alegra que estés encontrando tu voz.

Iván se quedó en silencio. Apretó el móvil contra la oreja, como si quisiera abrazarlo.

—Gracias. De verdad —susurró.

Colgó con una sonrisa que le duró minutos enteros.

La noche del viernes llegó con una brisa fresca y un cielo estrellado. Iván se encontró con Gabriel frente al centro de arte, tal como habían acordado. La exposición era fascinante, llena de retratos que parecían contar historias silenciosas. Pero lo que realmente capturó la ...

... atención de Iván fue la presencia de Gabriel a su lado.Mientras caminaban por las salas, sus brazos se rozaban ocasionalmente, enviando pequeñas descargas eléctricas por la piel de Iván. Los ojos de Gabriel brillaban con interés y emoción, absorbiendo cada detalle de las obras.En un momento dado, se detuvieron frente a un retrato particularmente intenso. Era una mujer joven, con una mirada profunda y misteriosa. Gabriel se inclinó ligeramente hacia Iván y murmuró:

—Esta pintura me recuerda a ti. Hay algo en sus ojos...una fuerza callada.

Iván sintió un escalofrío recorrer su espalda.

Iván se volvió hacia Gabriel, sus caras a escasos centímetros. La intensidad de su mirada lo dejó sin aliento.

—Gracias —susurró—. Eso significa mucho viniendo de ti.

Gabriel sonrió suavemente, su mano rozando la de Iván por un breve momento. El contacto envió una onda de calor por todo el cuerpo de Iván.

Después de la exposición, caminaron por las calles iluminadas, hablando y riendo como si se conocieran de toda la vida. Llegaron a un pequeño parque y Gabriel sugirió sentarse en un banco. La luna llena bañaba el lugar con una luz plateada, creando una atmósfera íntima y romántica.Iván sintió que el corazón le latía más rápido cuando Gabriel se acercó un poco más a él. Podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo y oler su aroma masculino.

Gabriel puso su mano sobre la rodilla de Iván, el toque enviando un escalofrío por su columna vertebral. Se volvió hacia él, sus ojos oscuros ...