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Mi hermano, yo y un verano fabuloso
Fecha: 13/11/2025, Categorías: Incesto Autor: Jegac, Fuente: CuentoRelatos
... armario que estaba junto a la cama, en el mismo lado izquierdo. Abajo, sobre los cajones, estaba su caja. La acercó, sacó su mano derecha y con la otra la abrió y. Y la abrió. Se llevó, ante mi sorpresa la mano a la boca y, tras ensalivar sus dedos se los llevó a su culo. Saco un enorme objeto de plástico de la caja y la dejo caer al suelo. El estruendo que provocó me hizo salir de mi sueño y ver, con pasmo, como ponía en marcha aquello, que no era sino un vibrador y lo introducía en su culo. Se me heló la sangre. Estoy segura que, si me hubiesen pinchado, no habría sangrado lo más mínimo. No podía creerlo; Albert era un marica! Me levanté medio histérica. Me dirigí a la puerta y, al girarme para recriminarle su actitud, vi, que completamente empalmado, se estaba masturbando con una mano mientras, con la otra, movía el consolador. Me fui a mi habitación y rompí a llorar. Pensé en que un día que había empezado tan bien, porqué tenía que darme tantos sinsabores y decidí darle un giro total. Iba a ir a comer y hacer borrón y cuenta nueva de lo sucedido hasta aquel momento. Tenía claro dónde comer. Desde hacía 3 años, como dije, íbamos al hotelito que estaba al lado de casa. Había allí un camarero -cada verano- que desde siempre era el protagonista de mis sueños de verano y parte de los de invierno. Era un italiano, estudiante temporero, llamado Luca. Mis amigas, entre comentarios, decían que el miembro de un hombre, guardaba proporción con el tamaño de sus manos, pies y ...
... con la mesura de sus uñas. Pues bien, Luca tenía enormes pies, grandísimas manos, que casi cubrían un plato y unos dedos inmensos coronados por unas uñas gigantes. Tenía además un cuerpo, una cara, unos ojos, unos pómulos y unos labios que me hacían pensar que Dios tenía forma humana. De su tórax, qué deciros. Tenía además unas macizas piernas y, cuando iba hacia la cocina, mostraba un trasero que ya quisieran para sí esos globos terráqueos que venden hechos de plástico. De lo único que no podía dar fe, era de su paquete, dada la afición de Luca a los pantalones (negros, obligados por su oficio de camarero), con unas pinzas enormes, que desdibujaban la parte de delante. Mi pregunta era. Estaría también este verano Luca aquí en el hotel como camarero? Fui casi corriendo, eran más de las 3 de la tarde. El comedor estaba vacío. Ya sabéis el horario de comidas de los extranjeros. Esperé unos segundos, que me parecieron siglos y. una humedad cálida, inmediata, creo que casi elaborada durante minutos anteriores me hizo reaccionar. SI! Luca estaba también este verano! Me saludó con su perfecto catalán, eso sí, con su gracioso acento italiano, me dio los consabidos besos en las mejillas y me preguntó por mis padres, como siempre. Nunca me mencionaba a Albert, lo cual en este día era de agradecer. Yo pensaba siempre que, siendo ambos jóvenes y a cual más guapo, era cuestión de gallitos. Cada uno debía sentir un poco de recelo del otro. Luca, lo sabía por otros años, entraba a ...