-
Una Noche de Fuego en Málaga
Fecha: 13/11/2025, Categorías: Infidelidad Autor: GTor0, Fuente: TodoRelatos
... sacándome de mis pensamientos. “Nada, un papel que me dio uno de los camareros… algo sobre una factura,” mentí, metiendo el papel en el bolsillo de mi chaqueta. Ella gruñó algo, pero no insistió. Durante el trayecto, Carmen se puso a hablar de lo bonita que había sido la comunión y de lo mucho que se había divertido con las primas, pero yo apenas la escuchaba. Mi cabeza estaba en otro sitio, imaginando a Sandra en ese bar, esperándome, con ese vestido negro que marcaba cada curva de su cuerpo.Llegamos al hotel, un sitio sencillo cerca del centro de Málaga, y Carmen anunció que estaba agotada. “Voy a darme una ducha y a acostarme, que mañana tenemos que madrugar para volver a Madrid,” dijo mientras se quitaba los zapatos. Mi corazón dio un salto. Era mi oportunidad. “Yo… voy a bajar un momento a la recepción, a ver si me dan un paracetamol. Me duele un poco la cabeza,” dije, intentando sonar lo más natural posible. Carmen me miró un segundo, pero luego asintió. “No tardes,” fue lo único que dijo antes de meterse al baño.Bajé al vestíbulo del hotel, pero en lugar de ir a la recepción, salí a la calle y pedí un taxi. Le di al conductor la dirección que Sandra me había escrito: un bar llamado La Tranca, en el centro de Málaga. Mientras el taxi avanzaba por las calles iluminadas de la ciudad, mi corazón latía con una mezcla de miedo y excitación. Sabía que lo que estaba haciendo era una locura, pero no podía parar. El recuerdo de Sandra, su coño mojado, su boca chupándome, su ...
... culo rebotando contra mí, era más fuerte que cualquier sentido común que me quedara.Llegué a La Tranca pasadas las diez de la noche. El lugar estaba lleno de gente, con música de fondo que mezclaba flamenco con pop español. Era un bar de tapas típico, pero con un ambiente más animado de lo que esperaba, lleno de jóvenes y estudiantes, probablemente de los que estudiaban en la universidad de Málaga o en alguna escuela de idiomas. Me sentí fuera de lugar, con mi traje arrugado y mi barriga sobresaliendo, pero no tuve tiempo de pensarlo mucho. La vi de inmediato. Sandra estaba en una esquina, sentada en un taburete alto, con una copa de vino tinto en la mano. Llevaba el mismo vestido negro, pero ahora se había soltado el pelo por completo, y sus piernas cruzadas dejaban ver sus muslos de una manera que me hizo tragar saliva.Me acerqué, intentando no parecer tan nervioso como me sentía. “Llegaste, gordito,” dijo con esa sonrisa suya, levantándose para darme un beso en la mejilla que duró un poco más de lo necesario. Su perfume me envolvió otra vez, y mi polla se despertó al instante. “Pensé que no tendrías cojones,” añadió, dándome una palmadita en el pecho. “Pues aquí estoy,” respondí, mi voz más ronca de lo que quería. Ella se rio y me señaló el taburete a su lado. “Siéntate, que te invito a una copa. Pero primero, dime una cosa… ¿tu mujer sabe que estás aquí?”La pregunta me pilló desprevenido, pero mentí sin dudar. “No, piensa que estoy en el hotel. Se ha ido a dormir.” Sandra ...