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Incesto y perversión (12) padre/hija hermana/hno
Fecha: 13/11/2025, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos
... es que estaban solos. Aprovechó el momento. Se metió en el cuarto donde dormiría con su mujer y se cambió en tiempo récord. Al salir, escuchó a Adriel y Virginia cuchicheando en la cocina. Lejos estaba de imaginar que su propio hijo le estaba susurrando palabras obscenas a su madre, mientras le acariciaba el culo. Ella, de espalda, buscaba algo en la heladera. Algo que tardaba mucho en encontrar. Pero, para Mauricio, lo que estaba haciendo con Lulú era tan inmoral, tan perverso, que le costaba mucho imaginar que su hijo y su mujer estaban teniendo una aventura igual de prohibida. Salió de nuevo al patio, contento de tener un rato más a solas con su hija, y se zambulló con decisión. El agua lo envolvió, fresca y limpia. Y al salir a la superficie, lo primero que vio fueron los ojos claros de Lulú, esperándolo. Le sonreía con una lujuria que no se molestaba en ocultar. Apenas pasaron unos segundos cuando ella lo abrazó por el cuello y, sin previo aviso, lo besó en la boca. Mauricio se quedó inmóvil al principio, más por el susto que por otra cosa. Su primera reacción fue apartarse, pero los labios de Lulú tenían ese sabor dulce, fresco, travieso, como si fueran fruta robada en verano. Y ella se apretaba contra él con tal intensidad, con tanta decisión, que en vez de frenarla, abrió los labios y dejó que su lengua se colara despacito, como una caricia prohibida. Sabía que era una locura. De hecho, era mucho peor que lo que había pasado en el living semanas ...
... atrás. Estaban al aire libre, sin puertas ni cerraduras, con el sonido del agua como único cómplice. Pero aún así, la besó con furia lenta. Y sus manos, como moviéndose por voluntad propia, bajaron por la espalda de Lulú hasta detenerse en esos glúteos firmes, redondeados, carnosos como pan caliente recién salido del horno. Después de un rato, se separaron. Con los rostros húmedos, el corazón acelerado y la respiración entrecortada. Mauricio ya sentía cómo la consistencia de su verga había cambiado. Por suerte, el agua cubría su vergüenza. Aún le costaba caer en la cuenta de lo que estaba experimentando con su hija adolescente. A veces se preguntaba cuántos de sus amigos vivían algo así. Tenía entendido que ese tipo de relaciones solían ser en el contexto de un abuso. Pero este no era el caso. Al menos eso se repetía cada vez que podía, ya que una parte de él temía que así fuera. Después de todo, más allá de que ella quería hacerlo, era su hija, apenas una adolescente, y él, de alguna manera, se estaba aprovechando de la situación. —Bueno, basta. Esto es demasiado arriesgado —dijo él, sin mucha convicción—. Portate bien, mocosa —agregó, en un intento de recuperar el control. —Vos portate bien —le devolvió ella, con una sonrisita ladina que le subía de un solo lado de la boca. Y justo cuando él empezaba a girarse para nadar hacia otro extremo, sintió la mano de Lulú, por debajo del agua, en su entrepierna. Un roce suave, deliberado. Él no estaba del todo erecto, ...