1. DINERO


    Fecha: 11/02/2019, Categorías: Infidelidad Autor: dulces.placeres, Fuente: SexoSinTabues

    ... regalaba interminables orgasmos provocados por ese sable que calaba muy profundo, no pude evitar gritar cuando mi clítoris estalló en pedazos, tirando mi torso abatido sobre el escritorio, estaba transpirada, desalineada, mi trasero quedó a su disposición, José Luis advirtiendo que yo había disfrutado lo suficiente tomó la iniciativa otra vez, volvió a mi culo, enterrándomela de un envión, hasta el fondo, la sacó y repitió lo mismo, solo que en mi argolla, y volvió al culo, y a la argolla, una metida y cambiaba de agujeros, se excitaba, me encantaba, a un lado y a otro, una y otra vez, me rompía ambos orificios… Luego volvió a su silla y me obligó a ir entre sus piernas, me acomodé como tiempo atrás me había acomodado a los pies de su padre, me hizo chuparla, esta si estaba bien dura, me gustó lamerla, el me tomó de los cabellos y jugó rítmicamente en mi boca, solo la sentía entrar y salir, su sabor a hombre, su firmeza, me dijo que me quedara tranquila, que él me avisaría, fue un error, de repente un tsunami de esperma inundó mi garganta, el sabor horrible de su semen me provocó un rechazo inmediato dejando su miembro al tiempo que con arcadas dejaba caer su leche al piso. José Luis a todo esto no tuvo mejor idea que ...
    ... tirar sus últimos chorros sobre mi cara, mis ojos, mi nariz… El se reía macabramente mientras yo me limpiaba como podía y reacomodaba mis prendas… Los siguientes cinco años significarían un vuelco en mi vida, me olvidé de Atilio, abandonándolo a su suerte, me fui a vivir con José Luis, me emborraché con la fama, con el dinero, con el poder, fui su esposa, viví una nueva vida, tuve el hijo que tanto había deseado, me di los gustos que siempre me había privado, creí encarrilar mi vida, hasta esa mañana… Fui temprano a la oficina de mi esposo, al abrir la puerta lo sorprendo junto a Penélope, una de nuestras secretarias, ella ahora ocupaba mi lugar, arrodillada a sus pies y comiéndole la pija, el trató de frenarme en mi huída, pero sus pantalones bajos impidieron que pudiera alcanzarme, corrí por el despacho llorando como una chiquilla, me senté sola, arrinconada, para ahogar mis penas. De repente, una mano tierna se apoya en mi cabeza, al levantar la mirada lo encuentro al viejo, a don Enrique quien ya estaba demasiado viejo y apenas podía con su cuerpo, pasando sus ásperos dedos por las lágrimas de mi mejilla me dijo: - Te lo dije hace tiempo, no aprendiste la lección? todas las mujeres son putas, todas tienen su precio… 
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