-
Viaje con mis cuñadas (V)
Fecha: 21/11/2025, Categorías: Incesto Autor: VickySG, Fuente: TodoRelatos
Lo podía evitar, solo tenía que negarme, pero lo que hice fue seguirla en silencio hasta su habitación. Después de haber tenido sexo con mis otras tres cuñadas, incluida la que ni siquiera sabía que existía, hubiese sido muy hipócrita por mi parte seguir diciendo que no podía traicionar a Celina. No había cicatriz, por grande que fuera, que hiciese que Camelia dejara de ser ella. La suya le atravesaba la cara, haciendo imposible que no fuera lo primero que viese al mirarla, pero no me resultaba incómodo. Sí que me resultaba extraño pensar que mi relación con su hermana la convertía en mi cuñada, porque para mí siempre sería mucho más que eso y lo seguiría siendo, en cuanto confirmara que ella no estaba también loca. - Sé sincero, ¿cuántas veces has imaginado este momento? - Éramos muy pequeños cuando dejamos de vernos, no podía imaginar esto. - Pero volviste con la intención de encontrarme. - Quería veros a todas. - ¿Crees que seguirás con Celina dentro de unas semanas? - Seguramente no, han pasado demasiadas cosas estos días. - Entonces no desaproveches esta oportunidad. Decidida a hacerlo de una vez por todas, dieciocho años después, Camelia volvió a besarme. Las sensaciones fueron muy diferentes a las de aquel primer beso, pero sin duda me resultó agradable. Tal y como le había dicho, el sexo con ella, por una cuestión de edad, era imposible de imaginar, pero sí que había soñado miles de veces, tanto despierto como dormido, con que nuestros ...
... labios se volvían a juntar. Por miedo a que volviera a arrepentirme, Camelia comenzó a quitarse la ropa. Su cuerpo no se diferenciaba demasiado al de sus hermanas, pero había algo que lo hacía especial. No pude apartar la mirada de ella hasta que quedó completamente desnuda. Después se acercó lentamente a mí y me dio otro beso, otra puñalada de nostalgia directa al corazón. Abandoné cualquier intento de resistencia para entregarme a lo que estaba sucediendo. La agarré por la cintura y el contacto de sus generosas caderas, de su piel al descubierto, me hizo tomar conciencia del paso de los años. Ya no éramos dos niños inocentes que se despiden con un beso porque lo han visto en una película. Bajó mis manos hasta colocarlas sobre sus nalgas. Cualquier parte nueva de su cuerpo que podía rozar me resultaba muy excitante por ser el de ella. Sus hermanas habían conseguido ponerme cachondo, pero con Camelia todo era diferente. Me empujó para que cayera sobre su cama y se colocó encima de mí, haciendo que sus besos vivieran acompañados por movimientos de cintura con los que estimulaba mi entrepierna. Nuestras lenguas solo se separaban para que yo me fuese desprendiendo de la ropa. Al verme a mí mismo desnudo sentí una especie de vergüenza infantil, como cualquier niño se hubiera sentido al verse sin ropa delante de la niña que le gusta. Esa timidez se esfumó en cuanto sentí la humedad de su sexo sobre el mío, cuando comenzó a menearse de la forma más erótica que había visto en ...