Compañeros - Capítulo 23: La mirada de Carlota - Relatos Eróticos

Compañeros - Capítulo 23: La mirada de Carlota

... embestidas lentas, entrando y saliendo mientras el agua lubrica aún más nuestro enlace. Echo la cabeza hacia atrás, apoyándola en su hombro, y su boca me busca el cuello, besándome y mordiendo mientras me folla.

—Mmm, qué rico… —gimo, llevando una mano hacia atrás para tocarle el muslo, animándolo a ir más rápido.

Él acepta la petición implícita y aumenta el ritmo. Sus caderas chocan contra mi trasero con un chapoteo rítmico; el agua salpica fuera de la ducha con cada sacudida. Él me folla sin piedad ahora, rebotando mi culo contra su pelvis. Mis pechos resbaladizos se frotan contra la pared lisa. Me sostengo con una mano firme en los azulejos y llevo la otra a mi clítoris, incapaz de resistir estimularme yo misma ante el frenesí. Al tacto directo sobre mi botón hinchado, sollozo de placer.

—¿Te gusta que te use así, eh? —gruñe Samir contra mi oído, apretando aún más su agarre en mis caderas para hundirse hasta la empuñadura.

—Sí… úsame, fóllame… —gimoteo sin vergüenza. Estoy completamente en modo sumiso, y lo sabe.

—Mi putita… —masculla él en un tono sucio que me hace vibrar—. Esta noche eres mía.

Sus palabras me empujan más al abismo del morbo. Asiento con desesperación, moviendo también mis caderas para empalarme yo sola cuando él retrocede. El sonido de la ducha no puede opacar nuestros gemidos y el chapoteo obsceno de su verga entrando en mi coño empapado.

El tercer orgasmo del día se anuncia en mí como un trueno lejano. Pensé que no podría más, ...

... pero siento la tensión acumulándose de nuevo en mi vientre. Samir parece notarlo también, porque una mano suya deja mi cintura para unirse a la mía en mi clítoris. Aparta mis dedos y él mismo me lo estruja con cierta rudeza deliciosa, frotándolo a la par que sigue perforando mi sexo desde atrás.

—Ahhh… ah sí… así… — Estoy delirando ya. Mis piernas casi flaquean, pero él me sostiene. Mis paredes se aprietan con anticipación alrededor de su polla.

—Córrete para mí otra vez, preciosa… venga… —me insta con voz áspera, sin aflojar el ritmo ni el dedo en mi clítoris.

No puedo negarme. Grito su nombre y me corro de nuevo, inundada por una oleada de placer que me hace ver puntitos blancos tras los párpados. Tiemblo de pies a cabeza, sostenida solo por su agarre, mientras el orgasmo se apodera de mí una vez más. Mi sexo palpita salvajemente alrededor del de Samir, apretándolo sin control.

—Oh, fuck… —Samir maldice, sintiendo claramente mi culmen. Sus embestidas se vuelven erráticas. Está al límite también—. Voy a… a…

Con un gruñido animal se separa de mí de repente. Me da la vuelta casi bruscamente; yo, aún con la vista nublada, me dejo hacer. Entiendo lo que quiere: su mano vuela a su verga dura y comienza a pajeársela frenético delante de mí. Nos quedamos bajo el agua de pie, frente a frente, yo jadeando con la espalda contra la pared, él a un paso, masturbándose con desesperación. Sus ojos fijos en mí, devorando la imagen de mi cuerpo estremecido tras el orgasmo, mis ...