-
Compañeros - Capítulo 23: La mirada de Carlota
Fecha: 22/11/2025, Categorías: Grandes Relatos, Autor: nowbly, Fuente: TodoRelatos
... pechos subiendo y bajando, mi sexo enrojecido goteando semen y fluidos bajo el chorro de agua… —Carlota… arrodíllate… —logra pedir entre dientes. Me dejo caer sobre mis rodillas en la ducha, sin dudarlo, intuyendo su intención. Samir apunta su polla hacia mi cara mientras sigue frotándosela, más despacio ahora que estoy lista para recibirlo. Le miro desde abajo, con la boca entreabierta y la lengua un poco fuera, deseosa de ser su pequeño receptáculo. —Dámelo… —le susurro, terminando de condenarlo. Mis palabras se pierden en el estruendo del agua, pero él las lee en mis labios. Con un gemido gutural, Samir estalla. Chorros calientes de semen salen disparados de su glande directamente a mi rostro. El primero me salpica la mejilla y los labios; abro más la boca y saco la lengua del todo, dejando que el siguiente chorro espeso caiga en mi lengua y barbilla. Él gime algo en árabe, bombeando su polla con mano firme para sacarlo todo. Un tercer y cuarto chorro más pequeños me alcanzan el pecho: siento las gotas tibias escurriendo entre mis tetas y mezclándose con el agua. Yo observo hipnotizada su expresión de éxtasis mientras vacía hasta la última gota sobre mí. Cuando termina, su respiración está agitada y su mano se suelta de su sexo, dejando que la lluvia termine de limpiar su ahora sensible glande. Yo llevo una mano a mi cara, recogiendo parte de su leche derramada en mi mejilla, y me la llevo a la boca sin quitarle la mirada de encima. Chupo mis propios dedos ...
... impregnados de su sabor salado. Samir me observa con una mezcla de agotamiento y reverencia lujuriosa. —Trágalo todo, buena chica… —murmura, relamiéndose. Asiento, saboreando lo que quedó en mi lengua, y trago. Pasa fácil: es la segunda corrida suya que devoro esta noche, y honestamente me encanta. La ducha sigue corriendo, así que aprovecho para enjuagarme el rostro y el cuerpo. Samir me ayuda a ponerme de pie con gentileza. Ambos estamos exhaustos, los músculos temblando ligeramente. Nos miramos y soltamos risitas bajas, aún incrédulos de nuestra fiereza. Él me estrecha en un abrazo bajo el agua. Apoyo mi cara en su pecho y cierro los ojos, disfrutando unos segundos de la calidez y la intimidad repentina que brota tras el frenesí. Cuando salimos, nos secamos torpemente con un par de toallas enormes y mullidas. Apenas hablamos; no hace falta. Samir apaga las luces del baño y me guía de vuelta a la cama. Caemos sobre el colchón desnudos. Él se recuesta boca arriba y yo me acomodo medio encima suyo, con una pierna sobre las suyas y mi cabeza descansando en su hombro. Su brazo fuerte me envuelve automáticamente, acercándome contra su costado. No pensaba quedarme a dormir, sinceramente. Pero mi cuerpo no responde; estoy derrotada en el mejor de los sentidos. Mis párpados pesan toneladas. —Ha sido una noche increíble… —susurro, casi para mí, mientras dibujo circulitos en su pecho húmedo con un dedo. —Mmm… —Samir asiente suave, ya con los ojos cerrados. Con la mano ...