Atracción y Poder. Capítulo 7 - Relatos Eróticos

Atracción y Poder. Capítulo 7

... pantalón negro que marcaba perfectamente su figura. Su coleta alta dejaba al descubierto su cuello, añadiendo un toque fresco a su apariencia.

—Traigo los datos que me pediste, pero tengo algunas dudas —dijo, colocándose frente a su escritorio.

—Perfecto, déjame echarles un vistazo —respondió Daniel, intentando mantener la compostura mientras tomaba la carpeta.

Alba no se sentó. En cambio, apoyó ligeramente las manos en el escritorio y se inclinó hacia adelante, reduciendo la distancia entre ambos.

—¿Todo bien, jefe? Te noto… algo distraído hoy —comentó, ladeando la cabeza mientras lo observaba detenidamente.

Daniel sintió un leve calor subirle al rostro. La combinación del tanga, la cercanía de Alba y su tono juguetón lo ponían cada vez más nervioso.

—No, todo está bien. Solo… un día largo, eso es todo —dijo, sin levantar la vista de los papeles.

—¿Seguro? Porque parece que estás… incómodo. Como si algo te molestara —insistió Alba, con una sonrisa que no era del todo inocente.

Daniel tragó saliva, consciente de que cada movimiento suyo podía delatarlo. La presión del encaje contra su cintura se hacía más evidente, y la idea de que Alba pudiera descubrirlo lo aterrorizaba.

—No, en serio. Estoy bien. ¿Cuáles son tus dudas? —preguntó, tratando de desviar la conversación.

Alba pareció dudar un momento, pero luego rodeó el escritorio y se situó a su lado, señalando los gráficos en la carpeta.

—Esto de aquí no me cuadra. ¿Podrías explicármelo? ...

... —dijo, inclinándose lo suficiente como para que su hombro rozara ligeramente el de Daniel.

Él intentó centrarse en los datos, pero la cercanía de Alba y su perfume comenzaban a afectarlo. Su corazón latía con fuerza, y su mente se llenaba de pensamientos contradictorios.

"¿Por qué está tan cerca? ¿Se dará cuenta? Laura tiene que estar disfrutando esto desde la distancia…"

—Claro, aquí lo que pasa es que… —Daniel comenzó a explicar, pero su voz tembló ligeramente cuando Alba se inclinó un poco más, rozando su pecho contra su brazo de forma sutil pero evidente.

El contacto breve pero intencionado lo hizo tensarse, y su explicación se interrumpió por un instante.

—¿Estás bien, jefe? —preguntó Alba, con una sonrisa que denotaba que sabía exactamente lo que estaba haciendo.

Daniel intentó recomponerse.

—Sí, sí. Solo… un poco cansado. Como te decía, este dato aquí refleja… —continuó, pero su tono nervioso lo traicionaba.

Alba aprovechó el momento para moverse aún más cerca, ahora inclinándose hacia la carpeta de forma que su pecho rozara ligeramente su espalda.

—Ah, ya entiendo. Gracias por explicármelo —dijo, fingiendo concentración pero observándolo de reojo.

Daniel sintió cómo su garganta se cerraba por un momento. Podía notar la intensidad en los ojos de Alba, y aunque no estaba seguro de sus intenciones, sabía que su cuerpo lo estaba traicionando. La presión del tanga y su creciente nerviosismo le dificultaban pensar con claridad.

—Eres un buen ...