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La esencia del deseo 5: consolando a mi prima
Fecha: 25/11/2025, Categorías: Incesto Autor: sangreprohibida, Fuente: TodoRelatos
La esencia del deseo Capítulo 5 Consolando a mi prima Ailén llevaba un short negro, que parecía haber sido alguna vez un pantalón, que luego fue cortado con un serrucho. Arriba, una remera gris. El pelo castaño oscuro atado. Era la primera vez que las veía a las dos juntas. Julieta y Ailén. Mi mejor amiga y la mujer de la que estaba enamorado. También fue la primera vez en la que fantaseé con las dos a la vez. Debían ser una combinación increíble. La rubia exquisita y delicada, con ese rostro angelical y esos ojos de cielo. La morocha, voluptuosa y sensual, con esos ojos azules tan intensos. —Perdoná que me aparezca así de la nada —le dijo Ailén a julieta. —Está bien. Si viniste a ver a Roberto… Los dejo. Mi hermanastra volvió al fondo de la casa. Mi prima se acercó a mí. No tenía idea de en qué momento había aparecido. ¡Había estado a punto de cogerme a mi madrastra! Entonces me di cuenta de que Ailén me había sacado un peso de encima. —Ailu, qué raro verte. ¿Todo bien? —Linda casa. Y la princesita es más amable de lo que imaginé. —Amable, pero no simpática —comenté. —Está bien. No esperaba que lo fuera —dijo Ailén. —¿Hoy no trabajás? Disculpá que no vi el mensaje. Estaba ocupado. No sabés las cosas que me pasaron hoy… De repente, noté que sus ojos estaban llenos de lágrimas. —Renuncié —dijo—. ¿Podemos… ir a tu cuarto? Voy a estar más cómoda ahí. Pensé en Vanesa. Se había metido en su dormitorio cuando había advertido que ...
... Julieta entraba a la sala de estar. Pero en algún momento iba a salir. Y, cuando lo hiciera, probablemente iba a seguir con ganas de coger. El tema era que estar a solas en el dormitorio, con mi prima, también podía ser un problema. —Bueno, vamos —dije, de todas formas. Se adelantó a mí y subió por las escaleras. Yo la seguí de cerca. Tener ese culo tan cerca de mi rostro era muy tentador. Además, me di cuenta de que aún tenía una erección. Desvié la mirada a mi entrepierna, y me di cuenta de que era muy visible. Tanto Ailén como Julieta debieron darse cuenta de que estaba al palo. Qué vergüenza. Entramos a mi dormitorio, y no pude evitar pensar en el perfume. No quería exponer a mi prima a su olor. —Esperame —le dije, mientras ella se acomodaba en una silla. —No me digas que tenés que cagar justo ahora. Cerdo —dijo ella. Rio, aunque todavía se la notaba triste. Me gustaba haberle sacado una sonrisa. —No, es solo… tengo que hacer pis. —¿Pis? Va a ser difícil que lo hagas con la verga así de dura —comentó. Eso me tomó por sorpresa, porque nunca había dicho algo como eso—. Vas a tener que sentarte. Pensaba meterme en el baño y lavarme el cuello, para quitarme el olor del perfume de mi piel. Pero también era una buena oportunidad para tener una prueba más de que funcionaba. En este punto ya estaba casi seguro de que así era. Pero me tenía desconcertado la actitud de Julieta, quien básicamente era la misma fría de siempre. —Bueno, quise ser caballero, pero… ...