1. La esencia del deseo 5: consolando a mi prima


    Fecha: 25/11/2025, Categorías: Incesto Autor: sangreprohibida, Fuente: TodoRelatos

    ... ahí mismo. Pero la idea de que estuviera así de caliente por culpa del perfume, me hacía sentir culpable.
    
    —Esperá… No. Ailén, por favor —dije, apartándola de mí.
    
    Tuve que usar mucha fuerza. Casi la tiro de la cama. Ella me miró desconcertada, y también con furia.
    
    —¿Sos idiota? ¿Cómo vas a humillar así a una chica que se te entrega? —dijo. Pero de pronto, sacudió la cabeza—. No. Perdoná. No sé qué me pasa.
    
    —No es lo que creés —dije—. Quiero hacerlo. Pero…
    
    —¿Es por Julieta? ¿Pensás que nos puede escuchar? Igual, tenés razón. Es que… estoy muy sensible. Perdoná. Mejor me voy.
    
    Se puso de pie, lista para irse. Pero el hecho de que se haya podido controlar y usado la razón, me dio pie a que le explicara. Por suerte no había usado tanto perfume como con Mariana y Analía.
    
    —No, no te vayas, por favor. Ailu… me está pasando algo muy raro. Algo que no puedo creer que sea así, pero, parece que sí.
    
    Ella frunció el ceño. Volvió a sentarse. Le conté lo que me había dicho el vendedor de ese extraño negocio del barrio chino, cuando ella no estaba escuchando. Le conté lo de la entrevista de trabajo, y lo de Analía.
    
    —No puede ser —dijo ella—. Estás muy sugestionado. Compraste el cuento de ese chinito, y te volviste más extrovertido. Por eso te pasaron tantas cosas en estos días.
    
    Ailén creía en el tarot, en la astrología, e incluso en la brujería. Pero, por algún motivo, era muy escéptica de cualquier otra cosa sobrenatural.
    
    —Fue lo que pensé al principio ...
    ... —reconocí—. Pero… también pasó algo con Vanesa.
    
    —¿Con tu madrastra? ¡Sos boludo!
    
    Le conté los roces que tuvimos, y que estuvimos a punto de coger justo antes de que ella llegara.
    
    —Si fueses cualquier otro, pensaría que me estás jodiendo. Pero… parecés de verdad preocupado.
    
    —Es que… es un arma de doble filo. Por ejemplo, ahora apareciste vos y…
    
    Ella soltó una carcajada.
    
    —¿Pensás que te besé solo porque te pusiste ese perfume?
    
    —No solo nos besamos. Estuvimos a punto de coger —dije—. A ver… ¿Alguna vez tuviste ganas de hacerlo antes de que nos viéramos en el Barrio Chino?
    
    —Esa es una pregunta tramposa, y muy poco caballerosa.
    
    —¡Pero necesito saberlo!
    
    | —Bueno. Lo pensé varias veces. Pero, ganas, lo que se dice ganas… No. Siempre tuve en claro que éramos amigos. Y primos. Pero ya te dije. Ahora estoy en un momento muy sensible, y yo…
    
    —¿Todavía tenés ganas de coger? —le pregunté, de una.
    
    —Bueno, con todo lo que me estás diciendo, me la bajaste bastante —respondió.
    
    —Bueno, entonces, supongo que puedo acercarme a vos, y no vas a sentir nada.
    
    Así lo hice. Ella se quedó ahí sentada. Apoyé las manos en sus rodillas y me incliné. Amagué con besarla, pero no lo hice. En cambio, le susurré al oído.
    
    —Bueno. Me alegro de que no te pase nada por el perfume. Que solo haya sido un momento de debilidad. Me dolería mucho perder tu amistad.
    
    Mientras le decía esto, el cuello estaba a centímetros de su nariz. Hasta yo sentía claramente el exótico aroma del ...
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