1. La esencia del deseo 5: consolando a mi prima


    Fecha: 25/11/2025, Categorías: Incesto Autor: sangreprohibida, Fuente: TodoRelatos

    ... la princesita nos escuche? No te preocupes. Es más, si te ve cogiendo con una chica como yo, va a empezar a interesarse en vos.
    
    Dudaba que Julieta fuera así. Con ella ni siquiera funcionaba el perfume. Pero no dije nada más.
    
    Empecé a moverme sobre ella, sintiendo lo suave y húmeda que era su concha. Su sexo se apretaba apenas al mío, que entraba como pancho por su casa. Su concha parecía hecha a medida para mí. Cada vez que la metía, su cuerpo la recibía con una calidez que me derretía por dentro. Era como hundirse en una especie de placer blando, tibio, envolvente. Y cuando la verga entraba por completo, era hermoso sentir cómo mis testículos chocaban una y otra vez con sus nalgas.
    
    Retiré la pija un rato. Entonces me incliné y le besé el culo. Para mi sorpresa, Ailén tenía cosquillas en las nalgas, por lo que no pude lamerla como me hubiese gustado. Pero no me importó.
    
    Rodeé mi brazo por su cintura y la hice girar. Quedó boca arriba. la abracé, y nos besamos. Y en ese instante nos convertimos en uno solo. Mis manos recorrían su cuerpo entero. Pero, claro, se concentraban en esas impresionantes tetas que tenía.
    
    No sé cómo, pero de repente me encontré con que ya tenia la verga adentro de ella de nuevo.
    
    —No me vayas a acabar adentro —murmuró, mientras hacía un movimiento pélvico con el que hacía que mi verga se le enterrara por completo.
    
    —Si querés… agarro un preservativo —dije, jadeando.
    
    —No, por favor. No me quites esa linda pija ahora —dijo ...
    ... ella.
    
    Nos besamos, nos fundimos de nuevo. Sentía su aliento, el sabor de su piel, la textura de todo su cuerpo, la fricción húmeda de su vagina. Sentía todo al mismo tiempo.
    
    En un momento, me pareció escuchar unos pasos en el pasillo. No me preocupaba que Julieta nos oyese, pero prefería que no lo hiciera. Además, estaba casi seguro de que ella sabía que Ailén era mi prima.
    
    Y de repente recordé a Vanesa. ¿Sabría que tenía visitas? ¿Estaría esperando que termine lo que comencé con ella? Esperaba que no. Que nuestro distanciamiento físico la ayudase a recapacitar. El tema era que si su calentura no era producto del perfume, entonces iba a ser difícil. Para colmo, estaba recontra buena.
    
    Pero me concentré en Ailén. Ya bastante tenía con ella. De pronto, me encontré aferrándome a sus tetas, como si la vida se me fuera en ello, mientras le hundía la verga una y otra vez, ya sin importarme un carajo si alguien escuchaba que me estaba cogiendo a mi prima.
    
    Me había convertido en un ser primitivo. Algunas ideas y preocupaciones asaltaban mi cabeza en flashes que duraban centésimas de segundo. Pero, por lo demás, mi mente estaba concentrada en nuestra carne, en cómo le enterraba mi pija incansablemente, y en cómo ella me miraba con esos ojos azules, deseando más y más.
    
    Ya no había tiempo ni espacio. No había preocupaciones ni vergüenza. Solo éramos dos adolescentes revolcándonos en la cama, disfrutando del otro.
    
    En un punto, no sé cómo, ella estuvo de nuevo boca abajo. Fue ...
«12...6789»