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La esencia del deseo 5: consolando a mi prima
Fecha: 25/11/2025, Categorías: Incesto Autor: sangreprohibida, Fuente: TodoRelatos
... salvaje. Como si ya no existiera espacio para la duda ni para los límites. Como si lo único que importara ahora fuera fundirnos lo más fuerte posible. Y entonces ella empezó a chuparme el cuello. No con suavidad, ni con ternura. Lo chupaba con una intensidad que me dejaba sin aire, como si estuviera marcándome, dejando su sello ahí. Sentía su lengua húmeda recorriéndome, el calor de su boca, y después el mordisco en la oreja, preciso, rápido, justo donde me erizaba todo. Era como si quisiera devorarme, arrancarme la piel a besos, absorberme completo. Mientras tanto, su mano fue otra vez a mi verga. Me la agarró con decisión, como si ya fuera suya, como si no hubiera vuelta atrás. —Vení. Quiero que me la des de una vez —dijo. Se quitó el short con un movimiento lento, como si supiera que cada segundo de esa escena se me iba a quedar grabado en la retina. Lo dejó caer por sus piernas con una parsimonia que me desesperaba. Y después, sin mirar, sin decir nada, se sacó la tanga. La bajó con ambas manos, deslizándola por sus caderas. La dejó caer al suelo, sin darle importancia, pero con una sensualidad que me partía al medio. La vi subir a la cama. Cada movimiento era una provocación. Apoyó primero una rodilla, después la otra, y se acomodó despacio, con una naturalidad que parecía ensayada. Y ahí fue cuando lo hizo: puso su trasero en pompa. Lo levantó apenas, lo justo, pero suficiente para que se convirtiera en el centro del universo. Después arqueó la espalda ...
... con una gracia animal. Su cintura se hundía y su cola se alzaba, firme, redonda, perfecta. La piel se le tensaba justo donde tenía que tensarse. Parecía sacada de una escena porno. Giró la cabeza sobre el hombro. Me miró, con esos ojos que siempre habían sido dulces, pero que ahora brillaban con otra cosa. Y sonrió. Pero no fue una sonrisa cualquiera. Fue una sonrisa diabólica. Cargada de picardía, de fuego, de intenciones oscuras. Me terminé de desnudar, dejando la ropa en el piso. Me subí a la cama. Pero por un momento dudé. Desde hacía años que estaba caliente con ella, pero ahora, teniendo ese orto impresionante ante mis ojos; con su concha abierta, esperándome, me vino el recuerdo de que era mi mejor amiga. Y también era mi prima. Esas dos cosas combinadas hicieron que la considerara prácticamente como una hermana. ¿Y ahora me la iba a coger? Si lo hacía, nuestra relación nunca volvería a ser la misma. Jamás podríamos pasar un rato juntos, sin sentir una tensión sexual por lo que había pasado. Y, sin embargo, a pesar de que sabía eso, me acomodé detrás de ella y la penetré. Estaba terriblemente mojada. Mi verga entró casi entera sin problemas. Ailén gimió suavemente, y su cuerpo se sacudió. Ya estaba hecho. Me estaba cogiendo a mi prima. Debo reconocer que en ese momento me importó bien poco nuestra amistad. Solo quería gozar con esa chica de cuerpo exuberante. —Tratá de gemir despacio —le susurré, para luego metérsela de nuevo. —¿Tenés miedo de que ...