1. Los días por vivir 8


    Fecha: 26/11/2025, Categorías: Infidelidad Autor: lolabarnon, Fuente: TodoRelatos

    ... mi polla? No sé si le gustará saberlo. Con lo estirado y pijo que es… No creo que le vaya una golfa como tú»
    
    Me quedé mirando la pantalla, hastiada, completamente harta de su juego. Resoplé y me dije que ya no podía soportar más aquello. Tecleé con velocidad
    
    «Vete a la mierda». Y apagué el móvil.
    
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    El restaurante, que era cliente del despacho, resultó ser un chef de estos famosos que salen habitualmente en televisión. Después de todo el día trabajando en el despacho, Alberto había venido a recogerme al hotel, tras cerrar la cuenta y coger mi equipaje de la consigna. Pero al no haberme dicho nada de cómo vestirme, yo había optado por vaqueros con los consabidos cortes y rasgaduras, unos botines de tacón, una camisa de color azul marino, una cazadora de cuero negra y una bufanda gruesa de color hueso.
    
    Él iba en pantalón chino azul marino, una camisa blanca con los ribetes de los ojales rojos y una americana color vainilla. Un pañuelo de color granate asomaba por el bolsillo exterior rompiendo y añadiendo colorido. Tenía estilo vistiendo. No es que fuera muy moderno, pero sí poseía un toque elegante y distinguido dentro de la formalidad.
    
    Nos sentamos en una mesa y enseguida el chef vino a saludarlo con efusividad, me presentó y en un instante, el maître y el sommelier fueron a atendernos.
    
    —Si quieres pedimos el menú degustación. Está bastante bueno, es variado y además nos sirve varios tipos de vino. ¿Te ...
    ... parece? —me ofreció cerrando la carta del restaurante.
    
    —Lo que tú digas… pero no quiero que me invites. No me parece bien. Ya lo hiciste ayer, y si mañana nos vamos a un sitio tuyo… En fin, que me encuentro incómoda si no pago.
    
    —No te pensaba invitar… De hecho, el despacho tiene cuenta abierta con el restaurante. Cambiamos horas por gastronomía.
    
    —Pero yo no soy un cliente.
    
    —Eres una abogada del grupo. Estamos trabajando con nuestro cliente, aunque no lo parezca.
    
    —No me parece correcto —seguí insistiendo.
    
    —Bueno… dame la opción. Pretendo que sea un justiprecio.
    
    —¿Y eso? —pregunté intrigada.
    
    —Hagamos una cosa. ¿Qué te parece si hoy lo dedicamos a confiarnos cosas? Tú y yo lo necesitamos.
    
    —¿Tú lo necesitas? No te veo muy apurado —sonreí montando una pierna en la otra.
    
    —Hoy estás aquí porque alguien no merece venir conmigo —me dijo con suavidad y calma—. Necesito consejo. Y algo más que eso… Desahogarme.
    
    —Eso no equilibra que me invites.
    
    —Para mí sí. Y como te he dicho antes, aún no sé si te voy a invitar. Si nos centramos en el trabajo, pagará el despacho. Si no, pues veremos. ¿Te parece?
    
    —Vale —terminé admitiendo—. Sé que diga lo que diga, no voy a convencerte. ¿Sería una imprudencia preguntarle quién debería estar aquí hoy en vez de mí, señor letrado?
    
    —No. No lo es.
    
    —¿Y sería tan amable de indicármelo? —insistí.
    
    —Natalia. Pero eso, ya te lo imaginabas.
    
    —¿Es… es… tu novia?
    
    Se quedó con el gesto indeciso y la cara quieta. Sin ...
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