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La super mami 1
Fecha: 26/11/2025, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Alonso torre, Fuente: TodoRelatos
... capturar la vibra! No hay quien la detenga cuando se pone en modo fotógrafa, así que la seguimos hacia la puerta trasera, que da directo a la arena. El sol está bajo, tiñendo el cielo de un rosa intenso con vetas doradas, y el mar brilla como si alguien hubiera derramado purpurina sobre él. Sofía se adelanta, ajustando su cámara, y pronto está agachada, enfocando a una gaviota que planea sobre las olas. Matías y yo nos quedamos atrás, viéndola trabajar con esa concentración que la hace parecer una artista en trance. —Esa gaviota no sabe que está a punto de ser famosa en el Instagram de Sof —bromeo, dándole un codazo a Matías. Él se ríe, pero antes de que pueda responder, Dany, que está a unos pasos, suelta un “¡Santa madre de Dios!” que nos hace girar la cabeza tan rápido que casi nos dislocamos el cuello. —¿Qué demonios, Dany? —pregunto, siguiendo su mirada hacia la playa. Y entonces lo veo. No, lo vemos. Todos. Es Marlene, emergiendo del mar como si fuera una maldita diosa griega en cámara lenta. El bikini de hilo dental rojo se aferra a su piel bronceada, el agua resbala por su cuerpo en riachuelos que capturan la luz del atardecer, y cada paso que da sobre la arena parece coreografiado. Pero eso no es todo. Detrás de ella, como si el universo quisiera ponernos a prueba, aparece mi mamá, Sandra. Su cabello rubio, empapado, brilla bajo el sol, y su piel blanca parece casi traslúcida, como si el mar la hubiera pulido. Las dos caminan con una sensualidad tan ...
... natural que parece que el tiempo no ha pasado desde sus días de modelos. No dicen nada, no nos ven. Están en su mundo, riendo entre ellas, mientras el agua gotea de sus cuerpos. En un movimiento que parece sacado de una película, ambas llevan las manos a sus cabellos, echándolos hacia atrás para quitar el exceso de agua, dejando que las gotas caigan como diamantes, mientras sus tetas saltan hacia el frente desafiando la elasticidad del bikini. Luego, con una precisión que solo alguien con experiencia de pasarela tendría, ajustan los pequeños nudos de sus bikinis, asegurándose de que todo esté en su lugar. Es hipnótico, como si el mundo entero se hubiera detenido para mirarlas. Sofía, con ese instinto de fotógrafa que nunca duerme, reacciono al instante. Levanto su cámara y empezo a disparar, capturando cada movimiento, cada destello de agua, cada curva que el sol acaricia de esos monumentales cuerpos. El sonido del obturador es como un latido rápido, y ella murmura para sí misma: —Esto es oro puro… ¡Oro puro! Marlene y mi mamá, al fin, notan nuestra presencia. Sus ojos se encuentran con la cámara de Sofía, y en lugar de detenerse, algo cambia. Es como si alguien hubiera encendido un interruptor. Sus risas se transforman en sonrisas pícaras, y empiezan a jugar con la cámara como si estuvieran de vuelta en un set de los noventa. Marlene ladea la cadera, apoya una mano en ella y lanza una mirada que podría derretir la arena. Mi mamá, no tan descarada pero igual de ...