1. Me vestí de mujer, creí que estaba solo hasta que...


    Fecha: 26/11/2025, Categorías: Transexuales Autor: leernsecreto, Fuente: CuentoRelatos

    ... mirada de mí. Luego, me la devolvió, y nuestros dedos se rozaron por un instante. El contacto fue breve, pero suficiente para enviar una oleada de calor por todo mi cuerpo. Me puse algo nerviosa y me encogí un poco, agachando la cabeza y el cabello largo de la peluca me cubrió el rostro.
    
    —Gracias —dije, casi en un susurro—. Por no decir nada. Por dejarme ser yo.
    
    Él sonrió de nuevo, y esta vez, vi algo más en su mirada. Algo que me hizo contener la respiración.
    
    —No tienes que agradecerme —dijo—. Solo estoy disfrutando del espectáculo.
    
    El aire vibraba entre nosotros. Sentado cerca, el guardia me miraba con deseo, y yo, empoderado, respondía en silencio. El vino, el roce de sus dedos, la tensión latente… Todo me hacía sentir visto, real. No sabía cómo terminaría, pero sí que algo en mí ya había cambiado.
    
    —¿Y qué más te gusta hacer? —preguntó él, con una voz baja y cargada de intención—. Cuando te vistes así, ¿Qué es lo que te gusta? ¿Te provoca vestirte así? ¿Lo haces por curiosidad? ¿Cómo te sientes?… Ten confianza, aquí estamos seguros, no hay nadie más.
    
    La pregunta me tomó por sorpresa, pero también me excitó. Era como si él estuviera abriendo una puerta que yo mismo había cerrado con llave. Respiré hondo, sintiendo cómo el vino y la adrenalina nublaban mis inhibiciones. Me sentía algo mareada pero también me sentí, así, en confianza.
    
    —Me gusta sentirme… deseada… admirada, que me vean —confesé, con una voz que apenas era un susurro—. Me gusta saber que ...
    ... alguien me mira, que alguien quiere lo que ve.
    
    El guardia sonrió, y esta vez, vi cómo sus ojos se oscurecían de deseo.
    
    —Pues déjame decirte que lo logras —dijo, acercándose un poco más—. Eres difícil de ignorar.
    
    Sus palabras me hicieron estremecer. Sentí cómo el calor se acumulaba en mi interior, cómo el vestido parecía pegarse a mi piel bajo el efecto de la excitación. El guardia no dejaba de mirarme, y su mano, que antes se movía sobre su pantalón, ahora descansaba quieta, como si estuviera esperando una señal.
    
    —¿Y tú? —pregunté, atreviéndome a devolverle la mirada—. ¿Qué te provoca ver a alguien como yo?
    
    Él se rio suavemente, un sonido ronco que me erizó la piel.
    
    —Curiosidad —respondió—. Y algo más… algo que no esperaba.
    
    No dijo qué era ese “algo más”, pero lo sentí en su mirada, en su cercanía contenida. El silencio ardía entre nosotros, denso de deseo. No hubo prisas, solo una espera compartida. Entonces, con suavidad, tomó mi mano. Sus dedos eran cálidos y firmes. El contacto, simple y profundo, me dejó sin aliento.
    
    —¿Te gustaría… explorar un poco más? —preguntó, con una voz que era casi un susurro.
    
    Sentí cómo el corazón me latía con fuerza, cómo el calor se extendía por todo mi cuerpo. Asentí, sin poder articular palabra. Él sonrió, y esta vez, vi algo más en su mirada: complicidad, deseo, y una promesa de que esto solo era el principio.
    
    El guardia se levantó de la silla, sin soltar mi mano, y me guio hacia un rincón de la caseta donde ...
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