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Me vestí de mujer, creí que estaba solo hasta que...
Fecha: 26/11/2025, Categorías: Transexuales Autor: leernsecreto, Fuente: CuentoRelatos
... pegaba un poco más la luz que entraba por la ventana. Era un espacio pequeño, íntimo, y la penumbra del atardecer lo hacía parecer aún más acogedor. Sin soltarme de la mano me dirigió así ahí, y me hizo girar, darme una vuelta con delicadeza, como invitándome modelarle. Yo me dejé llevar. Sentí como el vestido me giro un poco, dejando entre ver mis piernas largas y bien depiladas. Me soltó la mano y me dejó ahí en esa esquina, el dio unos pasos hacia atrás y se sentó en la silla, mirándome directamente a mí. —Relájate —dijo, con una voz suave que me hizo estremecer—. Esto es solo para ti. Te ves muy linda. Tienes una bonita figura y además me gusta que eres algo tímida. Sonríe. Acomoda el vestido anda, está un poco arrugado y lleno de arena por la parte de atrás. Sus palabras me tranquilizaron, pero también me excitaron aún más. Un poco más en confianza me le di la espalda y me acomodé el vestido, también, un poco más suelta, aproveché para estirarme y dejarle ver mi espalda, mis piernas y claro, mis nalgas, por encima del vestido claro. Se levantó de la silla de golpe y se acercó hacía mí, por la espalda, me tomó fuertemente de la cintura y me helé, sentía una fuerte sensación de hormigueo en mi estómago. Con una de sus manos, sacudió la arena en mi vestido, con calma, primero de mi cintura, luego de la parte baja de mi vestido, sobre la orilla y finalmente, sobre mis nalgas, palmeándomelas con el pretexto de quitarme la arena de ahí. Me gustó. Me ...
... tomó de la mano de nuevo, sin apartarme de su espalda, sentí como se pegó un poco a mí, me dijo en el oído. -Eres hermosa, muy bonita. Me invitó a sentarme sobre el suelo de la caseta y yo me acomodé de frente a él, cuidando que no se me levantara de más el vestido, aunque ya lo traía muy arriba. Me senté con las piernas estiradas hacia el frente, donde él estaba, justo mirándome. Se sentó conmigo. Frente a mí. Sentí cómo sus manos se posaban en mis piernas, acariciando la piel suave que había depilado con tanto cuidado. Sus dedos eran expertos, lentos, y cada toque parecía enviar ondas de placer por todo mi cuerpo. —Eres hermosa —murmuró, mientras sus manos subían por mis muslos—. Y valiente. Muy valiente. Yo no pude evitar gemir suavemente, sintiendo cómo el deseo crecía en mí. El guardia no se apresuraba, disfrutando cada momento, cada reacción que provocaba en mí. Sus manos llegaron hasta la cintura del vestido, y con un movimiento lento, lo levantaron ligeramente, exponiendo la lencería de encaje que llevaba debajo. —Esto es… impresionante —dijo, con una voz que delataba su admiración—. Te queda perfecto. Sentí cómo el rubor subía a mis mejillas, pero también cómo la excitación se apoderaba de mí. El guardia no dejaba de mirarme, y en sus ojos vi algo que me hizo sentir más deseado que nunca. —¿Puedo? —preguntó, con un gesto hacia el vestido. Asentí, sin poder articular palabra y tragando saliva. Él sonrió y, con movimientos lentos y deliberados, ...