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Incesto y perversión (11) madre/hijo
Fecha: 28/11/2025, Categorías: Incesto Autor: Gabriel B, Fuente: TodoRelatos
... como si fuese lo más normal del mundo. Se quedó un rato ahí, viendo cómo su dulce hermanita, esa chica de rostro aún algo aniñado, con pecas, cabalgaba a su propio padre, como una puta experta. La escuchó gemir, aunque era evidente que se estaba conteniendo. No eran estúpidos. Y aún así, estaban corriendo muchos riesgos. Adriel no pudo más que sentir excitación por la escena. El cuerpo de su hermanita, esa misma a la que había cuidado muchas veces cuando era chica, se arqueaba de una manera deliciosa, mientras su padre le enterraba la verga, haciéndola gozar. No necesitó ver más. Sintió una punzada caliente que le subía desde el estómago. Era una mezcla confusa de morbo, celos y una rabia difícil de explicar. Se dio media vuelta y subió de nuevo, con la mandíbula apretada, el pulso alterado y la erección marcándole la ropa interior. Entró a su cuarto sin encender la luz. Se dejó caer en la cama. Había algo profundamente mal en todo aquello. Entre ellos cuatro. Como si la armonía aparente de esa convivencia estuviera hecha de secretos y crujidos. Lo que había visto no lo sorprendía del todo. Sabía que Lulú era tan pervertida como él, o incluso más. Pero sí le sorprendió que su padre hubiera caído con tanta facilidad. Aunque pensando en lo mejor, se dijo que la chiquilla debía haber estado trabajando en eso durante mucho tiempo. Se preguntó qué había hecho exactamente, que le había dicho para que su padre por fin cruzara ese límite. Luego se percató de lo ...
... inocente que estaba siendo. ¿De dónde sacaba que esa era la primera vez que intimaban? Fuera como fuese, no pudo más que sentir empatía con Mauricio. Se imaginaba lo difícil que debía ser contenerse ante una criatura celestial cómo ella, que te aparecía en tanga en medio de la noche. Adriel sintió la presión de su verga en el calzoncillo. Instintivamente llevó la mano a su miembro. Pensó en la imagen que acababa de ver. Su hermana hamacándose en el regazo de su papá, de la manera más obscena. Pero también recordó Virginia, a la tanga desgarrada en su propia mano, ella ya completamente desnuda boca abajo, con ese imponente orto expuesto, lista para ser penetrada. Quería estar de nuevo con ella, y también, a pesar de que su orgullo aún lo contenía, sabía que también quería estar con su hermana. Después de unos minutos, escuchó que la puerta se abría. —Me había olvidado el short acá —dijo Lulú, con una sonrisa tan inocente como perversa. Adriel la miró de reojo, apenas levantando la cabeza de la almohada. No dijo nada. Ella caminó hacia su cama, tomó el short, y antes de irse, se inclinó para darle un beso húmedo en la mejilla. Sus labios rozaron su piel con una lentitud intencionada, como si lo marcara con su veneno. Él fingió ignorancia. Sabía que ella estaba jugando, que esperaba que él mencionara algo, que soltara algún comentario que revelara lo que había visto. Pero no. El orgullo de Adriel era demasiado grande para eso. Calló. No iba a regalarle esa satisfacción. En ...